¿No se trataba de detener a los inmigrantes en su país de origen y en ayudar a esos países a que no tengan que emigrar? Pues no parece.
La semana pasada, el secretario general y portavoz de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Luis Argüello, insistió en la clave del problema migratorio, en la misma línea defendida por Hispanidad: abordarlo en su origen, en su causa (ver vídeo a partir del minuto 16). Por tanto, en los países de los que proceden los migrantes.
Eso sí, afirmó que cuando se dan las consecuencias aquí, la dignidad de la persona pide que en todo caso esta sea atendida. Aunque “los países pueden regular cómo se presta ese servicio, que es un esfuerzo de todos, no podemos desatender a los rostros que manifiestan un grito de necesidad”. Y si no se arregla en origen, todo seguirá así.
Ahora no hay que perder de vista lo que sucede en el mar Mediterráneo estos días relacionado con los barcos de ONGs, como el de la alemana Sea Watch 3 y el de la española Open Arms. Italia ha arrestado a la capitana del primero, Carole Rackette, tras navegar 17 días a la deriva con 42 inmigrantes, y ha amenazado al fundador de Open Arms, Oscar Camps, si decide llevar inmigrantes ilegales al país.
Hasta ahora, ese último sólo ha socorrido a un barco con 55 personas y ha avisado a las autoridades, siendo la Guardia Costera italiana la que los ha llevado Lampedusa y Sicilia, pero podría ir a más: “De la cárcel se sale, del fondo del mar no”, ha respondido ante las amenazas del vicepresidente y ministro del Interior italiano, Matteo Salvini. Y ojo, la ONG española tiene una investigación abierta en ese país y su barco estuvo cien días bloqueado en Barcelona y sólo se le permitió volvar al mar para llevar ayuda humanitaria, no para participar en salvamentos.
Más valdría que estas ONGs ayudaran en los países de origen, como tantas otras que no salen tan a menudo en los medios de comunicación y cuya labor es tanto o más loable.