Sr. Director:
La conferencia sobre el cambio climático que por carambola se está celebrando en Madrid, al no poder tener lugar en Santiago de Chile, como estaba previsto, por la situación convulsa y confusa que está viviendo Chile, hasta hace poso la nación Hispanoamérica más dinámica, y desarrollada, está resultado más una hoguera de las vanidades centrada la presencia de una muchacha sueca de 16 años Greta Thunberg, quien contra su voluntad y hábilmente teledirigida por influyentes grupos medioambientalistas por motivos dudosos, han hecho de esta muchacha frágil y débil, el símbolo de la lucha total contra el conocido como cambio climático tan discutido por muchos como exagerado por otros.
Si hay alguien que ha tratado la problemática del cambio climático con profundidad y solvencia, sin demagogias y populismos, este ha sido el papa Francisco en la encíclica sobre el cuidado de la casa común, LAUDATO SI, sin duda uno de los análisis más lúcido, desinteresado y libre de intereses económicos e ideológicos que se han escrito. El Papa abordo los graves problemas medioambientales desde un perspectiva global no sólo economicista y tecnológica, sino teológica y moral, por eso ha elegido a San Francisco de Asís como el modelo de actitud respetuosa y libre ante la naturaleza, porque su testimonio nos muestra que una ecología integral requiere apertura hacia categorías que transcienden el lenguaje de las matemáticas o de la biología y nos conecta con el ser humano. Como escribe, San Francisco de Asís, fiel a la Escritura, nos propone reconocer la naturaleza como un espléndido libro en el cual Dios nos habla y nos refleja algo de su hermosura y de su bondad.
En el lado opuesto esta la opinión muy extendida como se está viendo en la conferencia de Madrid, que es el ser humano con sus intervenciones, quien puede ser una amenaza y perjudicar el ecosistema mundial, por la cual conviene reducir su presencia en el planeta e impedirle todo tipo de intervención. Ante estas posturas extremas y contradictorias el Papa Francisco propone una educación y espiritualidad ecológica, porque tienen que cambiar-afirma- muchas cosas. Hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos. Se destaca así un gran desafío cultural, espiritual y educativo que supondrá largos procesos de regeneración.