Sr. Director:
Ocho leyes de Educación en cuarenta años y por ello vamos marcha atrás, cuesta abajo y sin frenos en un asunto que es la columna vertebral, la sangre para que una sociedad esté viva y encare el futuro con optimismo. La ley que se acaba de aprobar rezuma intervencionismo y es intrínsecamente liberticida. Defender la enseñanza pública no es sinónimo de vilipendiar la enseñanza concertada y privada a las que se persigue con saña. Respecto a la enseñanza especial, lo que dicho adefesio de ley hace con esta es reírse de esos alumnos que la necesitan y abocarles a una tragedia. Una ley que iguala a todos pero por abajo, que envía al ostracismo a la lengua de Pérez Galdós y Unamuno, que abomina del afán de superación y la excelencia, que adoctrina pero no enseña, que crea no ciudadanos sino un rebaño acrítico al que moldean como si fuera de plastilina y que llega a la Universidad ayuno de los conocimientos más básicos. Las ingenierías sociales siempre acaban mal, lo saben pero no les importa.