Sr. Director: Un político en cargos públicos tiene que ejercer con decoro político histórico, más la dignidad que merecen los gobernados. Es un error mayúsculo la manía persecutoria que se ha puesto por montera la alcadesa de Madrid, que hasta los fallecidos cincuenta años atrás son objeto de su furor "anti". Es aberrante que ahora caiga el gran obispo de Madrid don Leopoldo Eijo y Garay, miembro de la Academia de la Lengua Española y de la de Ciencias Morales y Políticas. En nada de su imponente historial se paran. Sólo que, como tantos españoles de su época, tuvo que ser designado por Franco consejero de Falange. Por esta perla que le han encontrado al hombre religioso, en primer lugar, escritor, que se distinguió por su gran personalidad menos en la faceta de político, le castiga Carmena a devolver la Medalla de Oro de Madrid. Es hora de separar la cultura de la política y no hacer blanco político de personalidades ya fallecidas, que solo deben de ser acreedoras vitalicias de condecoraciones históricas. Lo demás es absurdo e injusto. Ginés Alcaraz