Sr. Director:
Resulta pueril que tanto Pablo Iglesias como su compañera Irene Montero, secretario general y portavoz de Podemos respectivamente, se sorprendan por el estupor provocado entre sus propias filas por la tan criticada adquisición de un chalet en Galalapagar, cuyo costo supera los 600.000. Admitiendo que cada cual con su dinero ganado honradamente es libre y soberano para gastarlo o invertirlo en lo que le plazca, igualmente a las bases del partido les asiste todo el derecho a opinar y criticar las actitud de Iglesias imponiendo un referéndum que suena a ultimátum. Conviene recordar que con anterioridad y cuando ha tenido que enfrentarse a situaciones incómodas, el líder podemita ya utilizó esta fórmula y con éxito.
Según parece y como miembro distinguido del morrocotudo follón que se ha originado con la compra por su ubicación y precio, figura el alcalde de Cádiz, José M. González, alias “El Kichi”, quien con sus furibundas críticas ha calentado el ambiente, manifestando entre otras opiniones que él prefiere continuar viviendo en un piso de currante. Por su parte, Pablo e Irene, que obviamente no comparten tal criterio, han optado por otro “tipo” de vivienda para sus futuros mellizos, han alegado en su defensa que “se han traspasado todos los límites de la identidad de las personas” cuando todavía no han nacido las criaturas
No hace mucho, cuando apareció el fenómeno Iglesias con su peculiar aliño indumentario e invadiendo la mayoría de los platós de TV no lo hizo disertando sobre trabajo y fórmula marxistas. Sabía perfectamente que la estrategia para triunfar no pasaba por alimentar al populismo a golpe de ideologías, sino fomentando y alentando su rabia, propia de su personal resentimiento, en base a las malditas diferencias socio-económicas (castas) y su odio hacia los pudientes y sus lujos.
A continuación y cargados de demagogia divulgada a través de los medios, con especial colaboración de La Sexta TV, Iglesias y su selecto grupo, aprovechando las consecuencias de la crisis y estimulando el descontento general y la galopante corrupción provocaron el crecimiento de Podemos, entrando posteriormente en el Congreso con sus iconos y reivindicaciones alardeando de austeridad.
El cambio de una vida humilde y sencilla en Vallecas al chalet de la Navata ha significado algo más que un revulsivo para sus correligionarios y la sociedad en general. En un corto especio de tiempo Iglesias pasó de las asambleas propalando su indignación por el tipo de vida de los pudientes, a convertirse en un político privilegiado rodeado de su guardia pretoriana comandada por su número dos, Pablo Echenique, quien no tuvo recato alguno en tildar de reaccionarios a los que cuestionan a su jefe, acusando a las cloacas del Estado de una supuesta campaña contra Iglesias y su pareja. En sentido contrario, el ex portavoz de medios de Podemos, interpreta lo que está sucediendo como un "error estratégico" que tensiona aún más al partido.
Las bases de Podemos acusan a Iglesias y Montero de no respetar el código ético del partido entendiendo que deben asumir el compromiso de vivir como gente corriente, palabras que de inmediato fueron jaleadas en las redes sociales, mostrando su indignación contra el otrora líder de los indignados, abriéndose una grieta entre los dirigentes del partido y unas bases que dieron todo su apoyo a Podemos y que ahora se sienten defraudados, con independencia del resultado del maquiavélico referéndum. En esta ocasión, Iglesias se ha equivocado estrepitosamente con la consiguiente pérdida de autoridad moral. Son 494.000 las personas inscritas en Podemos y llamadas a pronunciarse, aunque ya hay varios miembros de este colectivo que se inclinan a no participar en el referéndum como manera de desacreditarlo.
Como era de esperar, tanto PSOE como Ciudadanos no han esperado para censurar la hipocresía y ausencia de coherencia por parte de Iglesias, como lo están haciendo muchos de los votantes y simpatizantes que no participarán en la pantomima de la votación. Su actuación no guarda relación al rodearse de un inapropiado lujo y presentarse como el adalid de los que sufren el paro, los bajos sueldos y el disparado precio de los alquileres, situación que está provocando el crecimiento de los desahucios. Todo un conjunto de vicisitudes que en nada favorecerán a la formación de cara a los próximos comicios y que incluso generarán el abandono de militantes disconformes con las últimas decisiones adoptadas por la dirección de la formación... ¡¡Tiempo al tiempo!!