Sr. Director:
Es posible que usted esté leyendo estas líneas mientras descansa plácidamente, en el convencimiento de que los asuntos que considera importantes están a salvo de posibles incontingencias. Veamos: le interesa el bienestar de su familia, su salud y la de los suyos, fomenta cuando sus obligaciones se lo permiten un espacio para sus aficiones, para el trato con sus seres queridos y ¿por qué no decirlo?: a pesar de que la vida le resulta un bien de goce en el presente, ha decidido, carecer de algún capricho para destinarlo a una posible necesidad futura o, simplemente, está convencido de que su equilibrio actual depende en buena forma de su seguridad futura. En ese sentido, después de sopesar las distintas posibilidades que se le ofrecen, decide acudir a una empresa legalmente constituida, con años de experiencia y contrastada credibilidad. Sopesa su decisión y, finalmente, toma usted la determinación de constituir un pequeño fondo para tranquilidad propia y de sus seres queridos.
Pero las cosas no siempre ocurren como se esperan y, un buen día, esa empresa es intervenida, sus cuentas bloqueadas y usted ya no tiene la certeza de que sus ahorros le sean reintegrados. Ante el desconcierto del que es objeto, decide informarse sobre lo ocurrido y descubre, que la citada empresa no ha cambiado ni un ápice su trayectoria comercial y que quienes tienen el deber de pronunciarse sobre lo ocurrido dilatan hasta lo indecible la decisión sobre la supuesta irregularidad o delitos atribuidos a aquella. Además, observa con incredulidad que existen tantas y variadas irregularidades e intereses que, posiblemente, a usted se le escapen y... ¡lo que es peor! Usted, además de ser una víctima de los acontecimientos, es objeto de constantes críticas del resto de personas que, manipulados interesadamente, manifiestan hacia usted una clara animadversión. Porque usted es un estafador y ha intentado lucrarse en exceso.
¡No!. ¡No es una película! ¡Le está ocurriendo a usted! Todo está en su contra. Tiene que hacer verdaderos esfuerzos por explicar lo ocurrido y... ¡se siente abatido! Porque está usted sólo, sólo ante el poder y despliegue de quienes le han colocado en semejante situación.
Somos los afectados por la crisis de las sociedades Afinsa y Fórum. Es posible que a usted eso no le incumba, también es posible que tenga ya un juicio formado, pero recuerde: ¡Mañana le puede pasar a usted!
Amanda Méndez