Esta producción realizada a mayor gloria del actor cómico Jack Black revisita y adapta a la actualidad un clásico de aventuras juvenil: Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift. Los efectos digitales lo hacen muy fácil.
Lemuel Gulliver es un modesto repartidor de correo de un periódico de Nueva York que está perdidamente enamorado de Darcy, la responsable del área de viajes. Circunstancialmente, y para agradarla, se verá obligado a cubrir un viaje al triángulo de las Bermudas y acabará en una remota isla: Liliput, donde habita una corte del siglo XVIII y donde Gulliver es todo un gigante…
A pesar de que como coguionista de Los viajes de Gulliver, encontramos Joe Stillman, al que debemos las divertidas historias de películas de animación como Shrek o la española Planet 51, Los viajes de Gulliver, no resulta tan simpática como los títulos mencionados. Ello puede deberse a que se ha hecho para el lucimiento de Jack Black y éste, en sus actuaciones, siempre hace alarde de un toque gamberrete y un lenguaje tan contemporáneo como vulgar.
Eso sí, entre las situaciones pintorescas que vive Gulliver en sus viajes, una de las secuencias más humorísticas es cuando se convierte en el muñeco de una niña gigante, en una recreación bastante fiel del clásico literario en el que está basada la película. Otro de los aciertos, que seguramente agradará al público joven, es contemplar los efectos visuales que recrean esa corte en miniatura que se siente subyugada por la personalidad de su atípico defensor: capaz de transmitirles sus modernos gustos musicales y su admiración por una de las zonas más emblemáticas de Nueva York: Time Square.
Por tanto, Los viajes de Gulliver, resulta una película facilona pero que, no obstante, tiene un público seguro: el juvenil.
Para: Los que el comediante Jack Black no les "cargue" con su lenguaje "marchoso" y su humor "gamberrete"