A pesar de las muchas horas dedicadas a aparecer ante las cámaras de TV, el juez Baltasar Garzón ha hecho los deberes: ya tiene terminado su proyecto-programa para presidir la Audiencia Nacional, algo que le hace mucha ilusión. Compite por el cargo con Javier Gómez Bermúdez, el juez del 11-M, con Elisa Veiga, de Jueces para la Democracia y con el conservador Carlos Lesmes.
Y tiene muchas posibilidades, porque su nombramiento será el producto de un pacto entre PSOE y PP, entre Alfredo Pérez Rubacaba, Rasputín, y Federico Trillo.
¿Después de todas las andanadas que el juez jienense ha lanzado contra el PP? Según Trillo, ahora más que nunca. La cúpula de la Audiencia es un puesto administrativo, donde Garzón poco podrá hacer contra el partido conservador. Un cargo para figurar, que no para trabajar ni para incordiar. Para el PSOE, Garzón ya es un personaje quemado. Poco más podrá hacer, una vez que el mismo sábado, en la mismísima jornada de reflexión de las elecciones gallegas y vascas, todavía surgían de su juzgado filtraciones del caso Gürtel hacia, casualmente el diario El País, sobre el sumario. Hoy mismo, el fiscal general del Estado aseguraba que el sumario saldría ya de las manos de Garzón durante los próximo días, es decir, finiquitadas las elecciones. Además, Garzón es malo como enemigo, pero no muy bueno como amigo: siempre hace más de lo que le pides y su egolatría le puede, demasiado atrabiliario.
Por el momento, la cosa está en la Comisión de Calificación. Pero insistimos: don Baltasar ya tiene su proyecto para la Audiencia Nacional.