Decíamos ayer que son los poderosos y los millonarios (Informe Kissinger) quienes propalan el aborto y la contracepción por el mundo, el aborto obligatorio, se entiende. Pues bien, cómo no, Juan Claudio Sanahuja, en El Gran Desafío, ofrece los nombres concretos de la gran manipulación. Al menos, algunos ejemplos conspicuos. Si ayer hablábamos de organismos públicos como el Gobierno norteamericano, como UNICEF, el Fondo de Naciones Unidas para la Población (FNAUP), la organización Mundial de la Salud (OMS), etc.
Ahora añadan los nombres propios de los poderosos y millonarios que apoyan el aborto y la contracepción en el mundo: Bill y Melinda Gates, el matrimonio más rico del mundo, de la familias Hewlett y Packard (HP), la Fundación Buffet, ejemplo del especulador financiero dedicado a financiar con su riqueza espuria la cultura de la muerte, las fundaciones Ford y Rockefeller, la fundación Huber y demás forjadores de la actual crisis económica mundial y de la miseria del Tercer Mundo. Los hombres que imponen los precios de las materias primas y provocan el hambre en el mundo subdesarrollado.
Lo más llamativo de estos creadores de esta 'incultura' de la muerte, tanto públicos como privados, es que nos cuesta contemplarlos como lo que son. Verbigracia: ¿Que todavía le cueste a alguien creer que UNICEF, el exquisito organismo de la ONU dedicado a la defensa de la infancia de los niños se dedique a matar niños en lugar de cuidarlos Aquí tienen la prueba, la ofrece el argentino Sanahuja: UNICEF gastó 700.000 dólares para repartir anticonceptivos en Jamaica (por cierto, un paraíso fiscal USA), otros 700.000 para un proceso forzado de esterilización en Kenia; 800.000 para que la OMS y el FNUAL esterilizaran a las mujeres nepalíes y otros 37.000 para repartir abortivos en Ruanda. Lo dicho, hay que matar a los pobres antes de que nazcan y someter a la infecundidad a las mujeres del Tercer Mundo.
Si les permitimos crecer, se rebelarán contra el imperialismo del Occidente rico y perderemos la "estabilidad política". Porque claro, a todos nos gusta vivir, cuanto más tiempo mejor. No es de extrañar que el Vaticano rompiera con UNICEF y se negara a seguir financiando a esta agencia depredadora de la ONU.
El imperialismo demográfico, el mayor totalitarismo del siglo XXI, es el totalitarismo de las democracias occidentales. Pero la cosa empezó y se desarrolló durante la segunda mitad del siglo XX. En los años sesenta, los laboratorios USA han utilizando a las mujeres del Estado asociado -hispano- de Puerto Rico como cobayas de laboratorio para probar los nuevos anticonceptivos orales que, como todas las píldoras al uso, tienen unos efectos secundarios feroces. A finales de los años ochenta utilizaron a las mujeres de Bangladesh para experimentar el peligroso Norplant, y cuando en Estados Unidos se prohibió la venta y consumo del aún más peligroso abortivo Devo-provera, las cuantiosas reservas almacenadas de esta droga abortiva fueron enviadas, para su consumo, a Filipinas. Antes, la Organización Mundial de la Salud (OMS) la 'probaba' en Egipto, Tailandia, Paquistán, Jamaica, Yugoslavia, Filipinas y Hungría. ¡A quién le importa que se muera una tailandesa o una húngara! ¿Y aún necesitamos más pruebas
Sanahuja -consulten su magnífica web, Noticias Globales- aclara que la situación ha ido empeorando con el tiempo: "La legislación civil ha ido borrando, no sólo las diferencias entre el bien y el mal, sino que tiene la pretensión de abolir directamente la naturaleza humana".
Corrijo al maestro: el Nuevo Orden Mundial (NOM) ya no pretende abolir la naturaleza humana, sino al hombre mismo. Con el nuevo milenio terminó las ansias por cargarse la naturaleza humana y la distinción entre el bien y el mal. Ahora lo que se pretende es cargarse al hombre, propiamente dicho. Porque en 2014, lo que se ha impuesto es la blasfemia contra el Espíritu Santo, es decir, no se trata del relativismo del siglo XX, que se conformaba con no distinguir entre el bien y el mal. La blasfemia contra el Espíritu Santo consiste en identificar al mal (por tanto, al malo) con el bien y al bien (por tanto al bueno) con el mal. Es el pecado que no se perdonará ni en este mundo ni en el otro (Mateo 12, 22-32).
El objetivo de Satán, el jefe oculto del NOM, no es abolir la naturaleza humana, sino al hombre, porque odia al animal bípedo de cuerpo y alma, le cae gordo. Y la blasfemia contra el Espíritu Santo no es mal camino para eliminar al hombre.
Como colofón, la sociedad actual, controlada por esa blasfemia contra el Espíritu Santo, es esencialmente suicida. ¿Esto es el fin del mundo Al menos, es la gran tribulación que se avecina. Pero no se apuren: Cristo no pierde batallas. Ésta, menos que ninguna otra, pues puede ser la batalla final.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com