Al presidente del Banco Santander, Emilio Botín no le gusta el Código de Buen Gobierno Corporativo del presidente de la CNMV, Manuel Conthe. A nosotros tampoco, aunque por distintos motivos. Para ser exactos lo que no le gusta al banquero más poderoso de España es compartir poder con un consejero independiente con categoría de presidente. Naturalmente, en el SCH no hay consejeros independientes. O mejor dicho, los hay, sólo que de independientes no tienen nada porque los nombra al señor Botín. Un poner: ¿Se imaginan ustedes a don Manuel Soto o don Guillermo de la Dehesa llevándole la contraria a don Emilio? Nosotros no.
No obstante, a don Emilio le molesta la función fiscalizadora que el Código otorga a los independientes aunque dependan de él. Y es que así se empieza y vaya usted a saber dónde podemos terminar.
Naturalmente, don Emilio no lo dijo así. Lo que dijo fue que todos los consejeros tienen que defender el interés de la compañía y de sus accionistas, lo que no deja de ser una perogrullada enorme.
Pero es que el presidente del SCH es muy especial. Es el mismo hombre que se quejaba de que Giovanni Agnelli, ya desaparecido, quería controlar la FIAT con un 3% del capital cuando él controla el SCH con un 0,8%. Por eso, que el empresario más poderoso de España hable de autorregulación, concepto que en el SCH no deja de tener su cierta coña.
En el despacho de don Emilio donde, por cierto, muy pocas personas, incluidos directivos del SCH han penetrado, no hay ningún libro, pero si dos cabeza de tigre, convenientemente despellejadas. Don Emilio lee poco, porque lo que no son cuentas son cuentos por lo que le queda mucho espacio en las paredes para colocar sus fotos de gran cazador-depredador. Le gusta fotografiarse con su primogénita, Ana Patricia Botín, pisando el animal al que acaban de enviar al Purgatorio de los bichos, que dicen los hindúes que existe.
Don Emilio no concibe un vicepresidente independiente como no concibe que Paulita, a sus 80 años de edad, se retire. Porque don Emilio puede prescindir de sus secretarias, pero no de su telefonista. Paulita lleva tantos años con él que nunca logró manejar con soltura una centralita digital, porque lo suyo eran las centralitas de las viejas clavijas. Como Paulita no podía prescindir de las clavijas, y don Emilio no podía prescindir de Paulita, decidieron hacerle una centralita digital pero con clavijas, que no deja de ser una originalidad tecnológica que no se ha inscrito en el Guinness porque el mundo es injusto.
Comprenderán ustedes que en este biotipo no caben los consejeros independientes. Hispanidad está en desacuerdo con los consejeros independientes porque son los más dependientes de todos; Emilio Botín no quiere consejeros independientes porque corren el riesgo de hacerse independientes. Y claro, eso no pude ser.