Tiempos de coronavirus y chifladura: visitar a los muertos… previa petición de cita
La necedad crece en el mundo desde hace un tiempo pero con el coronavirus se ha multiplicado. Oigo esto en un informativo: en cierta comunidad autónoma se visitará los cementerios según cita previa. No me aclaran si son los difuntos quienes proporcionan fecha y hora al peticionario o si se trata de una nueva competencia del doctor Simón -sí, está vivo y aún no se ha demostrado que se trate del octavo pasajero-. El caso es que debes pedir hora para visitar a los muertos, lo mismo que si fueras a ver a un ministro.
Los médicos no nos han alargado la vida, nos han alargado la vejez. Así que parece mentira que una sociedad obsesionada con vivir más tiempo, aunque sea a costa de sobrevivir, este empeñada en facilitar la eutanasia exprés, suicidarte sin asistencia, como también llama la atención que muestre ese miedo irracional a la muerte, por mor del coronavirus, que ni tan siquiera embargaba con tamaña violencia a la vieja sociedad pagana.
A lo mejor el problema es que no entendemos la muerte porque tampoco entendemos la vida. Por ejemplo, el secreto de la vida se resume en cuatro palabras: Por favor, perdón y gracias. Cuatro palabras y tres actitudes. El por favor resume todo el respeto al otro que constituye la raíz de la democracia parlamentaria. Lo digo en serio.
Pedir perdón es el reconocimiento, no de nuestra humildad sino de la verdad. Ya sé que es lo mismo pero creo que es mejor exponerlo así.
Por su parte, la gratitud es el elemento más importante para afrontar la vida y la muerte. La primera forma de pensamiento es el agradecimiento, decía Chesterton, o sea, la gratitud por, de entrada, haber venido a la vida… y vida racional.
Día de difuntos en tiempos de eutanasia
Luego está la vida interior y aquí me dirijo sólo a los creyentes, que uno no quiere ofender a nadie con eso de que lo natural, o acaba en sobrenatural, o termina en antinatural. Pues bien, el secreto de la vida interior, de cara a la otra vida que está más allá de la muerte, se resume en cuatro palabras, evocadas por Faustina Kowalska: “Jesús en Vos confío”. Una jaculatoria que supone toda una filosofía de vida, toda una cosmovisión… que, a su vez, fabrica la serenidad necesaria para afrontar el tránsito, porque la vida no deja de ser eso que viene antes de la muerte, material en peligro de extinción pero imprescindible para afrontar el tránsito.
Y más en tiempos en los que la gente muere sola o se suicida sola, gracias a la eutanasia exprés del doctor Pedro Sánchez.
Por lo demás, si quiere visitar a sus muertos, pida hora. ¿Acaso no sabes, irresponsable insolidario, que puedes contagiar… a tus difuntos?
Tiempos de coronavirus y de chifladura manifiesta. Pero no tenemos otro tiempo: habrá que aprovecharlo.