• El ya presidente ha chocado con los republicanos, que mantienen el control del Congreso y del Senado.
  • La prometida rebaja de impuestos, la medida más importante, tendrá que pasar por las dos Cámaras.
  • También moldeará el discurso proteccionista de Trump o la ruptura de acuerdos comerciales.
  • El crecimiento del PIB americano se juega en dos frentes, también en las relaciones económicas.
¿Cuál es el principal enemigo de Trump?: la buena salud de la economía americana. La pregunta y la respuesta estaban en las quinielas de los análisis previos a los resultados de las elecciones en EEUU. Pero tienen una explicación: se daba por segura la victoria de Hillary Clinton, que no ha ocurrido, y por supuesta la derrota de Donald Trump, que tampoco. La pregunta, ahora, es saber si la primera cuestión -Trump y su discurso de excesos- tiene la respuesta que los americanos esperan. La respuesta es amplia y con varios ángulos, al margen de las lecturas -interesadas o no- de los resultados. Entramos así en la economía real, que tiene un versus en la economía financiera. De la primera ya hemos comentado lo más reseñable, a raíz del susto en los mercados -léase, el lamento del dinero especulativo por la derrota de Clinton-, que se ha trasladado a las bolsas y divisas. Respecto a la economía americana, los analistas no tienen dudas y sitúan el impacto en el crecimiento del PIB, si llega, como momentáneo. Por ejemplo, en los recortes de impuestos generalizados prometidos, que tendrían su efecto en el déficit presupuestario americano. Pero esa rebaja fiscal no deja de ser la principal medida de Trump. El pronóstico tiene su base en las propias magnitudes macroeconómicas, que muestran que el buque está en marcha. Y a eso se añade el control republicano de la Cámara de Representantes y del Senado, un cortafuegos a la retórica antiglobalización de Trump. El magnate ha chocado, de hecho, en sus propuestas con los propios republicanos, entre ellos el presidente del Congreso, Paul Ryan. Ese control, en suma, moldeará muchas de las propuestas del ya presidente republicano. El mismo argumento vale también de puertas afuera de EEUU, la economía mundial, al margen del efecto que tenga la subida, inmediata o aplazada, de los tipos de interés en EEUU. ¿Un muro con México y la expulsión masiva de inmigrantes, por ejemplo? El país entraría en lo más parecido al caos. Ahora bien, habrá que medir el efecto de la retórica de Trump, en forma de medidas legislativas, no sólo sobre la inmigración, sino también sobre el comercio o la cooperación internacional. En esa balanza se juega también el crecimiento de las economías. En campaña, el ya presidente ha sido duro en algunas propuestas, como la ruptura o renegociación de los acuerdos comerciales internacionales o la imposición de aranceles comerciales a China y México. Esa política, sin modulación parlamentaria, activaría una onda expansiva de proteccionismo económico y podría frenar la recuperación económica en Europa o los países emergentes. Rafael Esparza