La Navidad es una época que supone el feliz reencuentro con los seres queridos. Pero es algo más complicado cuando el joven Ben regresa a su hogar en Nochebuena. Su madre, Holly, se da cuenta de que su hijo mayor (procedente de un matrimonio anterior) no está bien. Eso le obligará, durante las 24 horas, a luchar para que no se produzca una nueva crisis en su familia por culpa de Ben.

Con rotundidad este poderoso drama nos adentra en el dolor y los trágicos cambios que se producen en una familia cuando uno de los vástagos cae en el mundo de la droga. La película, que resulta ideal para cualquier cineclub de padres por la elegancia con la que está narrada, supone un aviso para navegantes de lo que debe ser la educación de los hijos en la etapa adolescente: estar siempre alerta, no bajar nunca la guardia. Interesa que plantee que esa lacra no se da solo en suburbios marginales, sino en un hogar normal, de clase media, con una madre coraje. En un relato que se desarrolla durante solo una jornada, escuchamos la bajada a los infiernos que supone para cualquier persona el caer en una dependencia de este tipo. El recorrido que hacen, madre e hijo, por la ciudad en coche, donde el joven va recordando junto con su progenitora las auténticas “burradas” que cometió para hacerse con la dosis necesaria de droga diaria, impresionan a cualquiera. También el sacrificio personal y financiero que esa familia ha hecho por intentar apartarlo de esa adicción.

Peter Hedges, nominado al Oscar a Mejor Guion por Un niño grande, escribe y dirige esta emotiva película que retrata con sinceridad todos estos acontecimientos.

Para: los admiradores de Julia Roberts y los aficionados a los dramas que merecen la pena