He recorrido buena parte de la geografía española en sábado y siempre me he encontrado con el mismo problema: no hay misa de sábado. De sábado por la mañana, quiero decir, porque las vespertinas son vísperas, esto es, misa dominical. Recuerden que en pequeñas poblaciones puede no oficiarse ni una sola eucaristía en sábado y en muchos templos de grandes ciudades, donde sólo hay una eucaristía al día, lo mismo.

Tenemos un cristianismo de templos cerrados o convertidos en museos, eso en el mejor de los casos. Menos eucaristías y sacerdotes ancianos, extraordinariamente ancianos.

Peo todo ello no quita la emergencia eclesiástica de salvar la eucaristía de los sábados porque, como Iglesia vive de Eucaristía toda la semana menos el día de Santa María.

Creo que voy a hablar de esto con los obispos. Como todos ustedes saben, los prelados viven pendientes de mi palabra.

Por cierto, respecto la asistencia a misa de los fieles, que de ser tan baja como se supone convertiría en papel mojado la cuestión tratada -¿O no?- recuerden que se nos está informando un poco mal. En España ha bajado, es cierto, la asistencia a la misa dominical (tampoco mucho pero desciende). Por el contrario, ha subido la asistencia diría a la Eucaristía. Las conclusión es obvia y sirve para refrendar que hay que salvar la misa del sábado, hoy en peligro de extinción.