• Que no es otra cosa que crisis de prepotencia.
  • Porque la fuerza resplandece en la flaqueza.
  • Cuando uno está pendiente de sí mismo es cuando se deprime.
  • Cuando uno está pendiente de los demás no tiene estos problemas.
  • ¿Confianza en uno mismo? No. Sólo confianza en Dios.  
Decía San Jerónimo: "bueno es el Señor que muchas veces no nos da lo que queremos sino lo que preferiríamos". Y san Alfonso María de Ligorio, más moderno él, iba más allá cuando decía que "nos hemos de alegrar en el conocimiento de nuestra flaqueza sin abandonarnos a la desconfianza, que nos precipitaría en pecados más graves". Hay una crisis de confianza, pero no en uno mismo, sino en Dios. Porque lo que existe es una crisis de prepotencia y la prepotencia siempre acaba en debilidad. Por el contrario: la fuerza resplandece en la flaqueza. Se lo traduzco: la enfermedad por excelencia en la humanidad actual es la depresión, que suele entenderse con falta de confianza en sí mismo cuando no es otra cosa que concentración en uno mismo. Cuando uno está pendiente de sí es cuando se deprime. Cuando uno está pendiente de los demás no tiene estos problemas. ¿Confianza en uno mismo? No. Sólo confianza en Dios. Eulogio López eulogio@hispanidad.com