Que no salga de la provincia, pero el fallo del Supremo es bueno. Lo que es malo es el cinismo del presidente del Gobierno, que asegura respetar a la justicia y le enmienda la plana 12 horas después. Vivimos en un régimen demagógico.

El Impuesto sobre Actos Jurídicos Documentados es una especie de IVA en la compra de un piso y constitución de una hipoteca. Por tanto, debe pagarlo el comprador. El Supremo tiene razón.

Al mismo tiempo, es un impuesto injusto: por qué voy a pagar por certificar una compra si ya pago la compra. El presidente del Gobierno segura que se trata de un impuesto que financia a las comunidades autónomas. ¿Y qué? Los impuestos se midan por su justicia o su injusticia. Y este, es injusto.

​A Sánchez le secunda Pablo Iglesias, que lanza a las masas contra el Supremo, a ver si rompen algún cristal o alguna cabeza togada

Al tiempo, Pedro Sánchez asegura que hay que “dejar trabajar a la Justicia”, pero cuando el Supremo emite un fallo Sánchez le rectifica a las 12 horas, anunciando que el impuesto –que no debería existir- lo pagarán los bancos.

Y es que Sánchez pretende controlar el poder judicial, especialmente el que más se les escapa, el Supremo, el más independiente de todos, a pesar de sus fallos. Así que Sánchez se ha colocado la frente de la demagogia populista, esta vez contra otra institución del Estado, la Justicia.

Secundado por un Pablo Iglesias, que lanza a las masas contra el Supremo, a ver si rompen algún cristal o alguna cabeza togada.

La demagogia reina en España.