Pues no sé yo si Jair Bolsonaro es un ultraderechista, pero el retrato que ha hecho de la situación en Brasil se parece mucho a la España de Pedro Sánchez que, por si no lo sabían, no es ultraderechista. A Podemos no se le llama neocomunismo, pero a Vox sí se le llama fascista.

Asegura Bolsonaro ser consciente de que toda su política social será anunciada “como un intento de asesinar a homosexuales, mujeres, negros, pobres y nordestinos (procedentes del Nordeste del país)”. Es un buen ejemplo de manipulación, muy similar al de que Vox se niega a ayudar a las mujeres víctima de la violencia machista. No hombre, no: a lo que se niega Vox es a que se utilice dinero público para alimentar a organizaciones feministas radicales y a promocionar una ley injusta que termina con la presunción de inocencia de la mitad de la población. Pero, naturalmente, ni Vox ni Bolsonaro apoyan la violencia contra la mujer.

Y, en efecto, Bolsonaro tiene que desmontar un régimen, no sustituir un Gobierno. En España, el espíritu de la moción de censura pretende crear su propio régimen. Y Ciudadanos y el PP se muestran demasiados cobardes para enfrentarse a dicho régimen.