Lo llaman Memoria Histórica, consiste en lo siguiente: tras desenterrar a Franco, fase I, entramos en la segunda parte, que es la más interesante. Se trata de expulsar a los benedictinos y desacralizar la basílica para practicar el deporte favorito de la progresía: profanar tumbas.

Conste que aún queda un tercer objetivo: derribar la cruz o, aún mejor, quitarle los brazos hasta que quede convertida en un monolito, símbolo masónico de honda raigambre entre los 'hijos de la viuda'. Acabar con la cruz, "esa horrible cruz", como la definió doña Carmen Calvo Poyato, vicepresidenta del Gobierno y responsable de... Memoria Histórica. 

Era un plan perfectamente concebido desde el primer momento, aunque los socialistas lo negaran. Por ejemplo, la entonces ministra Portavoz, Isabel Celaá, negó a Hispanidad todo el proceso. Según ella, todo terminaría con la exhumación del dictador para evitar "enaltecimientos". 

Ahora bien, independientemente de un decreto que ya se está elaborando en Moncloa, que determinaría la expulsión directa de los benedictinos, el cierre de la escolanía, la hospedería y casa de retiros y, por supuesto, la desacralización de la basílica, el Ejecutivo, como alternativa de hecho, pretende rendir a los curas por hambre. Es muy sencillo, ya les adeuda cerca de 700.000 euros necesarios para mantener toda las actividades que los monjes realizan en el valle. 

Al mismo tiempo, se ha ido mintiendo a la jerarquía eclesiástica respecto a las intenciones del PSOE, ahora jaleado, además, por sus socios de Podemos.

Y a todo esto le llaman... Memoria Histórica.