Es cierto que la unidad de España no está en peligro pero sí lo está la paz entre los españoles. El peligro real, hoy, se llama guerracivilismo o, al  menos, enfrentamiento civil. En este segundo caso, el protagonismo se lo llevará la violencia no sangrienta (hoy llamado psicológica, que queda muy fino), es decir, el enfrentamiento continuo, no sólo entre catalanes españolistas e independentistas sino entre españoles de distintas ideas, clase o condición. O sea, no sólo lo que ocurre en el Parlament sino también lo que ocurre en el Congreso nacional.

El jueves, en Barcelona, prosiguió el tinglado de la antigua farsa: los presos catalanes abandonaron su huelga de hambre, por la súplica de los relevantes expresidentes de la Generalitat… y porque tenían hambre.

Los presos catalanes abandonan su huelga de hambre, por la súplica de los presidentes de la Generalitat… y porque tenían hambre

El 20 de diciembre, en el Palacio de Pedralbes, Pedro Sánchez, un hombre capaz de ceder en todos sus valores y contra-valores, pero jamás en ceder su sillón de Moncloa, se hizo una foto a cambio de un voto: resucitar en el Congreso el frentepopulismo en forma de aprobación a la senda de gasto. Ojo, que no a los PGE 2019.

Nuevamente, Sánchez, como buen progresista, ha olvidado que dialogar no es ceder, sino buscar un objetivo común con el otro. Y si no se encuentra objetivo, la razón debe imponerse a la sinrazón aunque sea por la fuerza.

A cambio, Quim Torra consiguió su foto con el presidente del Gobierno español ‘en paridad de estima’: una foto por un voto. El conflicto separatista no se soluciona pero Sánchez puede seguir ejerciendo como presidente del Gobierno.

Y el PNV espera la rendición de Sánchez en Barcelona… para rendirle luego en Bilbao

En resumen: ¿ha vendido Pedro Sánchez a España? No porque no puede, pero ha comprometido la convivencia entre españoles, que ya anda bastante deteriorada. Sánchez, con su reunión de Pedralbes, acentúa el enfrentamiento entre las dos España, que ya empiezan a ser cuatro o seis. Además, nadie sabe cuál es esa solución que, desde la Generalitat y, ojo, también desde los servicios de imagen de Moncloa, ha lanzado para solucionar el problema catalán”. Ya sabe que Cataluña hace tiempo que dejó de ser una región para convertirse en un problema.

Y ojo, porque los separatistas burgueses vascos, el PNV, esperan su turno. Cuando mister Torra haya logrado rendir al Gobierno español en Barcelona, tomarán el testigo en Bilbao.

España revive la II República: manda el frentepopulismo, que necesita del cantonalismo.