• Era la primera vez que rompía, como monarca, su norma de no ser visto con curas.
  • Idea central del discurso que Su Católica Majestad endilgó a la Conferencia Episcopal Española: "Más allá de las creencias de cada uno, se debe tender hacia la paz".
  • O sea, parecido a lo de "no he venido a traer paz, sino espada".
  • Y más: orillar aquello que genera división y "discusión". ¿La defensa de la vida, por ejemplo, Majestad?
  • De postre, la imagen que el Rey de España tiene de la Iglesia: valoró el impacto de su "actividad caritativa y social". O sea, una ONG.
Tenemos un rey de lo más laico, lo cual no debería extrañarnos demasiado, dado que si no fuera laico, lo que se dice laico, no tendría descendencia, cosa que no estaría bien visto en un Rey, no señor. Por eso, una de las primeras normas, tras sentarse en el Trono, consistió en no dejarse fotografiar con curas, que son gente de mala ley. Y así, cuando va a inaugurar un acto, un salón, lo que sea, e incluso aunque se trate de una institución católica, de la Real Casa sale la orden: no queremos bendiciones ni nada que se parece a un cura. Pero, al fin, ha aceptado -aniversario obliga- acudir a la sede de la CEE, en la madrileña calle Añastro. Allí le esperaban los obispos y cardenales españoles, que han aguantado a pie firme  un discurso regio con tintes masónicos. Sobre todo por su insistencia en que lo importante, independientemente de las "creencias" de cada cual -un asunto absolutamente secundario-, lo importante es tender hacia "la paz". Es decir, algo muy parecido a lo del capítulo 10 de San Mateo: "No he venido a traer paz sino espada. En adelante…". No, para el constitucional monarca la paz es lo más importante, lo que traducido al lenguaje político es que hablaríamos de estabilidad. Y eso es más importante que las convicciones personales.  Lo que recuerda, también, aquello de Chesterton a la puerta del Parlamento o de la redacción: "Debe dejar el sombrero en el perchero, pero no la cabeza". Orillar todo lo que signifique "discusión". Por ejemplo, el aborto. Ahí, a callar, Iglesia. Por ejemplo, la defensa de la familia natural. ¿Que genera discusión? Pues ceded, católicos (los otros nunca ceden), en aras de la paz, la estabilidad, la concordia y un montón de cosas más, todas ellas bellas. Y el remoquete, perdón, conclusión, de la regia alocución no podría ser otra que ésta: la Iglesia es una ONG, por lo que la palabra amable, esa que no debe faltar en ningún discurso real, fue la de valorar la "actividad caritativa y social" de la Iglesia. Ante todo, filantropía, porque créame, cuando Su Majestad habla de caridad no está hablando de amor a Dios y amor a los hombres. Se refiere a la solidaridad más material porque, es sabido, que según la filosofía zarzuelina, el hombre sólo vive de pan. O mejor: "Somos lo que comemos". O sea, un discurso masoncete emitido en la sede episcopal. ¿Dónde mejor?, pensaría Su Majestad. Eulogio López eulogio@hispanidad.com