• Era la apuesta de la economía financiera, que juega en otro frente de la economía real.
  • La victoria de Trump desactiva hasta 2017 la subida de los tipos de interés en Estados Unidos.
  • La derrota demócrata sacude las bolsas como en una secuencia de fuegos artificiales.
  • Los desplomes en Asia se prolongan en Europa y se adelantan, con los futuros, en Wall Street.
  • El mercado más especulativo, el de divisas, se ceba con el dólar y pone en guardia al Banco de México.
Los temidos efectos en la economía de la victoria del magnate  Donald Trump en las presidenciales de EEUU se han notado, por fases, en  todos los mercados: divisas, rentas variable y fija o los futuros de Wall Street. El impacto inicial, demoledor, encaja, sin embargo, con lo previsto. Hay, no obstante, dos economías, que se alejan como dos frentes de guerra: la economía real (medida en magnitudes fundamentales que evolucionan a un ritmo en el tiempo) y la  economía financiera, esencialmente especulativa, que juega con sobresaltos y a corto plazo. A la primera nos referiremos después. A la segunda se dirigen todos los focos desde primera hora de este miércoles. ¿Qué ha pasado? Lo que estaba previsto que pasara. Y eso -con un guión bastante sencillo- tiene un recorrido, también especulativo. Al fin y al cabo, si la especulación jugaba a favor de la victoria de Hillary Clinton, se entiende la conmoción en los mercados. Otra cosa, sin entrar a más, es que los medios de comunicación exageren los efectos, también a través de sus comentaristas y tertualianos. Eso da para otro análisis, más sociológico que financiero. Pasa cuando todos pregonan que el mundo va al desastre cuando la decisión de un pueblo (ahora, el americano) no coincide con sus deseos. La conmoción ha empezado en las bolsas asiáticas, con caídas superiores al 5% (Japón), y se ha trasladado después a las bolsas europeas, con un efecto parecido, aunque no tan grande, como tuvo el Brexit del Reino Unido. Tengan en cuenta la prevista subida de los tipos de interés por la Reserva Federal americana. La medida se puede retrasar de diciembre a 2017, pero no mucho más. La economía de EEUU goza de buena salud y, en ese escenario, los tipos en mínimos históricos no tienen ningún sentido. Esa situación de impasse se traslada a las bolsas. La decisión de la Fed estaba descontada y ahora, tras el susto, se ha desactivado. La volatilidad en los mercados seguirá durante días, y bailará en función de las declaraciones e interpretaciones que se den a la política económica de Trump. Hasta los sustos menguan. La economía americana es demasiado fuerte para ser imprevisible. La derrota de Clinton se ha notado también en el mercado más especulativo de todos, el de divisas, abierto las 24 horas del día los 365 días del año. Ese mercado mueve unos cuatro billones de euros en cada jornada, aunque sólo el 1% tiene relación con los flujos derivados de las exportaciones e importaciones. El resto, 99%, es especulación. Encajen en esa corriente la presión contra el dólar, que se ha depreciado frente al euro (1,7%) o el yen (2,7%). La tendencia, hasta ahora alcista, se ha cortado en seco. Otra cosa es el duro castigo al peso mexicano, que pierde a su vez un 10% frente al dólar. La divisa mexicana era un termómetro del nerviosismo por la victoria de Trump y puede llevar al Banco de México a una subida de los tipos de interés para estabiliza su moneda. Lo analiza ya en una reunión de urgencia. La solución de los especuladores en esos casos es siempre la misma: los considerados valores refugio. El más claro es el oro, que acelera su apreciación otros 3% -como si hubiera estallado una guerra-, pero también las monedas o la renta fija: léase los bonos alemanes. Y otra cosa, por último, es el panorama en Wall Street. De momento, los futuros apuntan a más de lo mismo: caídas importantes previas a la apertura del mercado. En el Dow Jones, del 3,9%, en el S&P, del 4,7% y en el tecnológico Nasdaq, del 5%. Rafael Esparza