Sr. Director:

Con motivo de la reciente canonización del Papa (1963-1978) Pablo VI, han surgido algunas voces eclesiásticas culpando a las autoridades franquistas de esos años, de intentar indisponer a la sociedad española contra aquel Papa. Pero esto no es cierto; pues aun sabiendo que surgieron lógicas fricciones en determinados asuntos entre algunos políticos del franquismo y el Vaticano, no cabe siquiera decir que se intentara generar entre los españoles un ambiente de malestar contra Pablo VI. Tanto el entonces Jefe del Estado, como sus sucesivos Gobiernos fueron muy leales con la Iglesia y el Papa, por encima de los problemas y pese a que no siempre eran bendiciones lo que llegaban desde Roma. Una lealtad que no sólo demostraron con palabras, sino con innumerables obras y acciones; como, por ejemplo, con la generosa entrega de la formación y educación de la infancia y juventud española a la Iglesia y a sus instituciones, labor que por cierto se hizo muy bien. Que desde un sector de la Iglesia se saquen ahora acusaciones como ésta, no es más que una nueva lanzada a moro muerto (¿islamofobia?) y un guiño al progresismo de clérigos poco amigos de la verdad.