Desde el pasado 10 de noviembre se está celebrando una 30ª edición de la Cumbre del Clima de Naciones Unidas (de ahí, que se la denomine COP30) en Belém (Brasil), aunque con mucho menos eco que en otras ocasiones. De hecho, en su recta final ha cobrado interés por un incendio que obligó a desalojar las instalaciones durante seis horas y pausó las negociaciones. Cabe preguntarse si Pedro Sánchez y Sara Aagesen dirán que fue por culpa del cambio climático, como dijeron con los incendios forestales del pasado verano en España, y si propondrán que el Pacto de Estado frente a la Emergencia Climática se convierta en una alianza mundial.

Relacionado

Por el momento, se ha apuntado a que el origen de dicho incendio fue un problema eléctrico por un aparato “no autorizado”. Hasta 21 personas tuvieron que ser atendidas en el hospital (19 por inhalación de humo y dos por crisis de ansiedad). Dado el poco eco de la COP30, cabe preguntarse si el incendio ha sido casualidad... o no, pero las casualidades no existen, como defendía el poeta, dramaturgo, filósofo e historiador alemán Friedrich Schiller. 

Hasta ahora, en la COP30, los ecologistas han aprovechado para insistir en su ‘solución estrella’: reducir la población para salvar al planeta. Sólo que ahora, tienen muchos menos seguidores, después de que Donald Trump y otros muchos expertos volvieran a señalar el cambio climático como la gran estafa contemporánea. Además, ahora prima la economía sobre la ecología… y se ha empezado a acabar el chollo de las energías renovables, por lo que muchos fondos de inversión (Apollo, BlackRock, JP Morgan, Goldman Sachs, Brookfield…) ya están dando pasos atrás.

Relacionado

Tampoco hay que perder de vista el giro de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), que ha apuntado que el petróleo seguirá imperando, al menos, hasta 2050, y también respalda el impulso de la energía nuclear. Esto último contrasta con la hipocresía y la puerilidad de Aagesen, que desde la COP30 insistió en uno de sus grandes mantras catastrofistas, al señalar que el cambio climático se acelera y su impacto cada vez es más notable, pidiendo intensificar esfuerzos en mitigación y en financiación, pero al mismo tiempo insiste en su obsesión antinuclear. La vicepresidenta tercera y ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico olvida que los reactores contribuyen a luchar contra el cambio climático al generar electricidad ¡sin emitir CO2!

Relacionado