Carlos Torres insistió el viernes en que “no pasa nada” si fracasa la opa, porque el proyecto del BBVA, “un bancazo”, según Torres, seguirá adelante con o sin el Sabadell. Eso está claro, ahora bien: ¿Seguro que no pasará nada en el seno del banco vasco?
Para empezar, conviene recordar las discrepancias que hubo dentro del Consejo de Administración tras las condiciones impuestas por el Gobierno Sánchez. Unas condiciones draconianas que implican tener las manos atadas y tener que pedir permiso a Moncloa para aprobar decisiones estratégicas durante tres años, que podrían ser cinco.
Sí, si la opa fracasa, si acuden al canje menos del 50% del capital del Sabadell, Torres quedará muy tocado internamente. ¿Por qué no renunció cuando su tocayo, el ministro Carlos Cuerpo, anunció sus condiciones? Hubiera salido airoso del atolladero, incluso como una víctima del Gobierno más intervencionista de la democracia.
Uno de los que se postula para sucederle es Jaime Caruana. A pesar de su edad (73 años), el exgobernador del Banco de España entre los años 2000 y 2006 se siente con fuerzas y, lo más importante, recibiría el apoyo entusiasta del BCE… y de todo el Consejo del BBVA.
No podemos obviar, en todo caso, una segunda opción, más complicada pero no por ello irrealizable. Nos referimos a una fusión con el Santander, de la que ya hemos hablado en Hispanidad y que cobraría sentido tras el presunto fracaso de la opa.
Pónganse en situación. Ana Botín, poco aficionada a las fusiones salvo que sean un chollo -como el regalo del Popular, que compró por un euro-, vería la ocasión de acudir en auxilio de un Torres muy debilitado, no sólo internamente sino también a ojos de Fráncfort. Sería la ocasión de proponerle una fusión Santander-BBVA, con Torres como co-presidente de la entidad resultante, al menos durante un año, tras el cual saldría con una más que interesante remuneración.
Botín sería la presidenta de uno de los bancos más grandes de Europa y Torres se marcharía con los bolsillos llenos. Un ‘win-win’ en toda regla. Y más ahora, cuando Andrea Orcel, CEO de Unicredit, aventaja a Ana Botín en la lucha por ser el primer banquero de Europa.