Empezamos el recorrido por la actualidad de los cristianos perseguidos en el mundo en China. Allí, Agustín Cui Tai, de 70 años, obispo de Xuanghua (Hebei, China), ha sido detenido por enésima vez. O mejor dicho, secuestrado por la policía del país comunista y trasladado a un lugar desconocido, sin acusaciones ni juicio.

Desde 2007, el obispo Cui Tai -reconocido por la Santa Sede pero no por las autoridades chinas- ha pasado la mayor parte del tiempo en confinamiento policial, sin juicio ni acusaciones. De vez en cuando se le libera unos días o semanas con motivo de algunas fiestas tradicionales chinas.

Desde 2007 el obispo Cui Tai -reconocido por la Santa Sede pero no por las autoridades chinas- ha pasado la mayor parte del tiempo en confinamiento policial, sin juicio ni acusaciones. 

El último periodo de libertad ha sido el más largo: de mayo a junio de 2020, coincidiendo con la pandemia del coronvirus, pudo estar con sus parientes. Pero los fieles de su diócesis cuentan que el 19 de junio la policía se lo llevó de nuevo a paradero desconocido.

Continuamos en el país asiático donde los objetores de conciencia católicos de China continúan siendo presionados para unirse a la Iglesia patriótica, mientras se clausuran iglesias, se persigue a los sacerdotes y se intimida a las congregaciones, y esto sucede dos años después de la firma del Acuerdo entre el Vaticano y China del 2018, la persecución de quienes se niegan a unirse a la Asociación Patriótica Católica China (APCC) no ha disminuido. Haciendo caso omiso de las Orientaciones pastorales del Vaticano de 2019, las cuales permiten que los sacerdotes y obispos de lo que se conocía como la Iglesia clandestina permanezcan fuera de la APCC por razones de conciencia, el Partido Comunista Chino (PCCh) persiste en obligar a todos los católicos de China a ser controlados por la misma, explica la agencia de noticias Bitter Wintter especializada en información sobre la persecución religiosa en China.

Una iglesia católica no registrada perteneciente a la diócesis de Mindong emplazada en la provincia suroriental de Fujian fue cerrada por la fuerza el pasado mes de noviembre porque su sacerdote se negó a unirse a la iglesia patriótica. Desde entonces, la congregación continuó reuniéndose en secreto en una vivienda de chapas de hierro que habían construido con su dinero. Un miembro de la iglesia le dijo a Bitter Winter que el 24 de enero, funcionarios gubernamentales irrumpieron en su iglesia improvisada mientras los creyentes cantaban himnos y oraban. Los mismos amenazaron con demoler la vivienda si la congregación volvía a reunirse.

El Partido Comunista Chino (PCCh) persiste en obligar a todos los católicos de China a ser controlados por la  Asociación Patriótica Católica China (APCC)

El feligrés explicó que el sacerdote tuvo que abandonar el poblado y esconderse luego de que la iglesia fuera clausurada el año pasado. Aun así, la policía local continuó buscándolo durante el brote de coronavirus, ofreciéndoles recompensas monetarias a los residentes por brindar información sobre el mismo. Además, amenazaron con implicar a las familias de los que fueran descubiertos refugiando al sacerdote.

El creyente piensa que el Gobierno quería sacar provecho de la influencia del sacerdote para “acorralar a los miembros de la congregación como si fueran ovejas y llevarlos a la APCC” y luego deshacerse de él. “Estos son los trucos que emplea el Partido Comunista”, añadió.

Y en Mozambique, la región de Macomia, en el noreste, ha sido objeto de una ofensiva yihadista. Las Carmelitas Teresas de San José, presentes allí desde hace 16 años, afirman en su página de Facebook que el ataque fue "fuerte, cruel y duró tres días”. La hermana Blanca Nubia y las otras religiosas, conscientes del “riesgo” que corrían, abandonaron la sede de la misión, que incluye una escuela con internado, unos días antes del ataque.

“Durante los últimos dos años y medio”, escribe la Hna. Blanca, la región de Macomia y toda la provincia de Cabo Delgado viven “aterrorizadas” por los crueles ataques de los grupos armados yihadistas, cuya motivación, según los expertos, podría guardar relación con el descubrimiento de ricos yacimientos submarinos de gas en las costas de esta provincia. Sus operaciones se han intensificado desde principios de año: siembran el terror entre la población, queman aldeas y atacan a civiles en las vías de comunicación y transporte público. El jueves 4 de junio las religiosas decidieron regresar a Macomia para comprobar el alcance de los daños ocasionados por los terroristas “aunque el riesgo no había desaparecido del todo”. Pero querían “por lo menos, visitar, animar y ayudar a [los] empleados y sus familias”. 

Desde finales de 2017, la violencia en la región ha causado más de 1.100 víctimas mortales, entre ellas 700 civiles, según la ONG Armed Conflict Location and Event Data Project (ACLED). La violencia ha provocado el desplazamiento de 200.000 personas desde finales de 2017

La hermana Blanca afirma que la destrucción fue violenta. “Como resultado de esta barbarie, el área urbana fue completamente demolida, la mayor parte de la infraestructura estatal fue dañada y el área comercial fue reducida a cenizas”. Además de la destrucción material, queda por determinar el número de víctimas humanas.

Desde finales de 2017, la violencia en la región ha causado más de 1.100 víctimas mortales, entre ellas 700 civiles, según la ONG Armed Conflict Location and Event Data Project (ACLED). La violencia ha provocado el desplazamiento de 200.000 personas desde finales de 2017, según datos de la ONU. Según las mismas fuentes, este nuevo asalto a la ciudad de Macomia, que ya acogía a 30.000 personas desplazadas, ha ocasionado un nuevo éxodo. El Papa dirigió la atención del mundo hacia esta crisis desconocida en su mensaje Urbi et Orbi del pasado abril para el Domingo de Pascua.

Terminamos en Turquía. El doctor en Religión Comparativa e investigador senior adjunto en el Instituto de Estudios Internacionales y Religión de la Universidad de Cambridge, Alexander Görlach, ha escrito una columna de opinión que denuncia y expone la actual y creciente persecución de cristianos en el país. “Una de las iglesias cristianas más antiguas del mundo está bajo la extrema presión del estado turco. Eso no es un buen augurio para el futuro”, señaló en DW News el columnista alemán, que también es conocido en la academia por ser investigador principal del Consejo Carnegie de Ética en Asuntos Internacionales y Doctor en Lenguaje y Política.

El experto, que reside en nueva York, dejó en claro que la “persecución de los cristianos en Turquía continúa” mientras “el mundo está ocupado luchando contra la pandemia de COVID-19, lidiando con el desempleo masivo y una recesión global”.

“El gobierno turco está aprovechando la situación para presionar aún más a las minorías. La marginación de los cristianos de Turquía no es nueva para el presidente Recep Tayyip Erdogan: Ha estado ocupado reorganizando su república secular en una mezcla de otomanismo e islam durante algún tiempo”, escribió. Recordemos que Erdogan ha ido evolucionando desde su fundamentalismo inicial hasta el laicismo, desde la peregrinación a la Meca hasta su intento de entrar en Europa, cuando retó a la Unión a demostrar que no era un "club cristiano" aceptando la adhesión de Turquía. Erdogan sigue con su obsesión de convertirse en Mustafá Kemal Atatürk el fundador y primer presidente de la República de Turquía.

“Erdogan ha prometido dejar que las iglesias sean reconstruidas, pero la discriminación sistemática y de larga data contra la minoría cristiana de Turquía sugiere que no es realmente serio, acerca de revivir la vida religiosa cristiana”, escribió el Doctor Görlach

El doctor Görlach comenta que, hace poco, los cristianos sirio-arameos del sureste del país empezaron a temer por sus derechos y propiedades. “Las autoridades turcas han comenzado a asignar simplemente tierras de propiedad de una comunidad o de una persona particular a otros propietarios, en efecto expropiando a los cristianos. Durante la confrontación armada con los kurdos, las iglesias en esta parte del país también fueron destruidas”, comentó el académico sobre la situación actual.

También comentó que debido a la reciente ofensiva militar turca en el norte de Siria, cerca de 200 mil personas, entre estas muchas cristianas, no les quedó otra opción que “huir de sus hogares” y ahora ya “no pueden regresar debido al conflicto”.

“Erdogan ha prometido dejar que las iglesias sean reconstruidas, pero la discriminación sistemática y de larga data contra la minoría cristiana de Turquía sugiere que no es realmente serio acerca de revivir la vida religiosa cristiana”, escribió el Doctor Görlach.

Para explicar la discriminación, puso de ejemplo el caso de Sefer Bilecen, un sacerdote ortodoxo sirio de Mardin (sureste de Turquía), que en enero fue acusado de ser miembro de un grupo terrorista.“Se dice que le dio agua y pan a los combatientes kurdos que llamaron a la puerta de su monasterio”, contó, y añadió que, en su defensa, “el sacerdote argumentó que proporcionaría ayuda a cualquiera que lo solicite, es su deber cristiano”. “Desde entonces ha sido liberado de prisión después de que varias organizaciones de ayuda intervinieron, pero aún está en juicio”, añadió el doctor Görlach. En su análisis, el experto en religión cree que “si los cristianos continúan acercándose cada vez más a las milicias kurdas que luchan contra el estado turco, es probable que sean marginados aún más a los ojos de los partidarios de Erdogan, aproximadamente uno de cada dos turcos”.