Una iglesia de Burkina Faso atacada
Comenzamos esta crónica semanal sobre cristianos perseguidos en Burkina Faso, donde el seminario menor San Kisito, en la localidad de Bougui, fue atacado e incendiado por un grupo de yihadistas, recoge Infocatólica de ACN.
En el centro estudian 147 seminaristas y cuenta con siete profesores. Según fuentes de la Iglesia local en declaraciones a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), el ataque comenzó a las ocho de la tarde del pasado 10 de febrero y fue perpetrado por un grupo de unos 30 terroristas que llegaron en varias motocicletas. «Si bien no hubo pérdidas humanas, sí han dejado cuantiosos daños materiales», afirman las fuentes consultadas.
Los yihadistas prendieron fuego a dos dormitorios, un salón y un vehículo, además de robar otro de estos. También destruyeron un crucifijo y exigieron a los presentes que ya no querían ver más cruces. Luego ordenaron a los seminaristas que se marchasen.
Los atacantes afirmaron que volverían y que matarían a quien encontraran allí. Por esa razón todos los seminaristas se han marchado a las casas de sus familias donde se quedarán por lo menos durante una semana para observar «el desarrollo de este trágico evento». La gente del pueblo donde está el seminario también está asustada y muchos han decidido huir. Piden «oraciones por todos los seminaristas, los formadores y la gente de Burkina Faso».
Burkina Faso es escenario de ataques contra los católicos en los últimos tiempos. En junio de 2021, los fieles pidieron oraciones por las víctimas de un ataque armado que dejó al menos 138 muertos en la aldea de Solham, en el norte del país. En enero del mismo año, el padre Rodrigue Sanon fue secuestrado y dos días después fue hallado sin vida en la Diócesis de Banfora. En mayo de 2019, un sacerdote y cinco laicos murieron cuando unos desconocidos atacaron la iglesia en Dablo en la Diócesis de Kaya, donde estaban rezando.
En los últimos tiempos, en la India, ha habido un incremento de los ataques violentos contra cristianos
Nos vamos a la India, donde radicales hinduistas destruyeron un centro católico en Karnataka, al sur del país. Se trata del Centro de la Santa Cruz de San Antonio, en Urandady Gudde-Panjimogaru (diócesis de Mangaluru), lugar de oración para unas 30 familias cristianas de la zona. También acogía varios proyectos sociales, como una guardería, recoge Infocatólica de Fides.
El centro estaba en medio de una polémica promovida por radicales hinduistas. Estos habían presentado una denuncia en la que afirmaban que su construcción hace 40 años era ilícita, y pedían su demolición.
Hasta entonces, el Comisario Adjunto del distrito de Dakshina Kannada, K. V. Rajendra, había emitido una orden prohibiendo a cualquier persona el acceso al recinto. Sin embargo, nueve días antes, a las 11 de la mañana hora local, los atacantes entraron con un bulldozer en el recinto y derribaron buena parte de su edificio principal.
«Este acto va contra la ley, es un abuso de poder y una violación de una orden clara emitida por el Tribunal», denunciaron en declaraciones al medio local Mangalorean varios miembros del equipo directivo del centro, encabezados por su presidente, Anthony Prakash Lobo. Han presentado una denuncia ante la Policía por la demolición, realizada «sin ninguna justificación legal». Y aseguran que lucharán «hasta que se haga justicia».
En los últimos tiempos ha habido un incremento de los ataques violentos contra cristianos. Según el Foro de Cristianos Unidos (United Christian Forum, UCF), en 2021 recibieron 486 denuncias sobre episodios de violencia y odio. Esto supone más de un ataque al día, y cuatro veces más que en 2014.
Algunos miembros de una organización radical hindú querían crear tensión en la región y presentaron un recurso ante el Tribunal Superior, exigiendo la demolición de la estatua
De hecho, también en la India, las autoridades del distrito de Kolar, en el mismo estado de Karnataka, derribaron una estatua de Jesucristo, erigida hace 18 años en el pueblo de Gokunte. Según ha confirmado a la Agencia Fides la Iglesia local, la orden de demolición se ejecutó el 15 de febrero, en presencia de representantes de las autoridades civiles, agentes de policía y población local. Según la orden de demolición, la estatua se había construido en un terreno estatal, reservado como pasto para los animales.
Según los habitantes, algunos miembros de una organización radical hindú querían crear tensión en la región y presentaron un recurso ante el Tribunal Superior, exigiendo la demolición de la estatua.
La comunidad católica se había opuesto a la demolición. El padre Theres Babu, sacerdote y abogado, dice que “la carta de demolición nunca nos ha sido notificada ni mostrada”. Según el sacerdote, estaba programada una nueva audiencia sobre el caso para el 16 de febrero. Uno de los fieles locales, Rayappa, explica a Fides: “Anoche, para la demolición, había más de 400 policías. Llevamos rezando delante de la estatua desde 2004. Ni siquiera nos escucharon y simplemente la destruyeron con excavadoras. La habíamos construido gracias a un pequeño esfuerzo de recaudación de fondos entre los habitantes del pueblo”.
Los sacerdotes de la cercana iglesia de San Francisco Javier dicen que toda la comunidad está conmocionada tras el derribo. “Durante varias décadas, hemos tenido un consentimiento por escrito de la autoridad para utilizar la parcela de 300 acres donde se encontraba la estatua, continuando con las actividades pastorales y sociales allí. Pero hace dos años, un miembro de un grupo hindú presentó un recurso ante el Tribunal Superior, cuestionando nuestro uso de ese terreno”.