El ministro de la Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, durante su encuentro con el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Luis Javier Argüello
La Iglesia no ha ofendido a ningún menor. Si lo ha hecho un cura, que casos ha habido, que pague por ello, pero no toda la Iglesia, que es inocente.
Lo otro no es sino el intento del Gobierno Sánchez en general y de su ministro más embustero, Félix Bolaños, en particular, para hacer todo el daño posible a la Iglesia.
La Iglesia española no debió aceptar colaborar con el fondo del Gobierno para indemnizar a las víctimas. Encima, Bolaños juega sucio. Sin avisar, ha decidido montar el numerito con las víctimas, a veces presuntas, más mediáticas.
Una vez más, los obispos españoles han pecado de ingenuos. Porque, recuerden, el informe del defensor del Pueblo fue una mamarrachada canalla del excura Ángel Gabilondo.
El menor caso de pederastia clerical es para bramar, ciertamente, pero lo cierto es que los sacerdotes españoles no sólo han sido la clerecía menos pedófila de Europa sino que, encima, ha sido de los cleros más calumniados con casos inventados. Por ejemplo, por el diario El País.