Silencio, habla Kip Thorne: "El Big Bang no excluye la fe en Dios". Gracias Kip
Del mundo actual no me preocupan los ignorantes sino los sabios. En primer lugar, porque quienes catalogan a los unos y a los otros como ignorantes o como sabios suelen pertenecer al primer grupo.
Me preocupan, por ejemplo, casos como el de Kip Thorne (en la imagen), del Instituto tecnológico de California, entrevistado por el Mundo.Por ejemplo, El Mundo nos lo presenta como uno de los grandes expertos mundiales en la teoría de la relatividad. Nos habla de envejecimiento, de tiempos de desecho y espacios moldeables, de viajes en el tiempo, alienígenas y agujeros negros. Y nos habla, sobre todo, de su trabajo como asesor en la película Interstellar, que es lo realmente importante.
Lo primero que me llama la atención es que estos astrofísicos, honra y prez del mundo moderno, más respetados que líderes religiosos, políticos, culturales o sanitarios, sólo emplean las afirmaciones taxativas para prescindir del elemento Dios. Para todo lo demás, practican el condicional y las "apuestas". Ejemplo: "Apuesto" por la existencia de otras civilizaciones más inteligentes, "apuesto" por los gusanos, atajos entre este mundo y otros mundos -otras dimensiones, si lo prefieren-. Vamos, que estos chicos tan científicos, ante los que inclinamos la cerviz, tienen más hipótesis que resultados.
Salvo cuando se trata del Creador. Entonces se convierten en taxativos y entonces es cuando la pringan, pasan de sabios a ignorantes y encima a ignorantes que no saben que lo son.
Verbigracia: "No creo que el Big Bang excluya la fe en Dios". Magnánimo que es el amigo Kip. Hombre, yo diría que la existencia -que no la fe- de Dios no excluye la existencia de un Big Bang. Esto lo sabe cualquier estudiante de primer trimestre de primero de metafísica. Si será así que, de inmediato, el amigo Kip atribuye a la deidad un papel no necesariamente deshonroso. Ojo al dato, que habla el sabio: "Es posible concebir a Dios como una inteligencia que actúa en concordancia con las leyes de la naturaleza y pone en marcha la maquinaria del Universo". Hombre, no Kip. Verás, si la naturaleza ya existía entonces no necesitamos a Dios para nada. La maquinaria la pone en marcha ella solita. El asunto es, ¿cómo puñetas existía la naturaleza si no existe Dios? ¿Quién la creó?
Pero Kip acaba por recordarme a otro hombre de ciencia con el que mantuve un debate de café y brandy (son los mejores). Cuando le planteaba el origen de todo -que es lo mismo a lo que aspiraba Marx- me respondió con exquisita simplicidad: ese problema no le interesa a la ciencia. Pues al señor Thorne, del Instituto Tecnológico de California (todas las lumbreras habitan en Estados Unidos quizás por la misma razón por la que todos los alienígenas aterrizan en Nueva York) nos aclara que "a mí la pregunta de si Dios existe o deja de existir dejó de interesarme". ¡Ea, campeón, ahí tienes razón!: Dios existe independientemente de que Kip Thorne, máxima autoridad mundial en la Teoría de la Relatividad, crea o no crea en él.
Es más, chuleta que son los de California, Kip da un paso más: "con la ciencia podemos obtener grandes avances para comprender… la cuestión de Dios me parece totalmente irrelevante para responder a todas las preguntas que me parecen importantes".
Mira Kip, tu problema es muy simple y se compone de dos ignorancias que vienen a ser una, muy propia del científico-tecnólogo de hoy:
1.- Las cosas se explican muy bien unas por otras, lo importante es saber por qué existen cosas. En particular, porque si no conoces el origen de algo tampoco sabrás ni su naturaleza ni sus posibilidades. El 'big bang' nos explica cómo se desarrolló el universo en sus primeros momentos, pero Dios nos explica cómo nació la materia de ese universo y como se gestó el 'Big Bang'. Que es lo mismo que decir: tu ciencia siempre nos empieza a contar la película por la mitad. Con Dios, la visionamos desde el principio.
2.- La ciencia, que es maravillosa, espejo de la inteligencia creada del hombre, sólo puede explicar lo material, aquello que se puede medir, contar y pesar, ya sea sólido, líquido o gaseoso. Es decir, que la ciencia no puede explicar prácticamente nada: se pierde el 99,99% del hombre. Entre otras cosas, su realización personal. Por eso tú lucubras mientras que la religión enseña. Por eso, tú te ves obligado a deificar la duda mientras otros tenemos certezas… gracias a Dios.
Oiga: las tontunas que pueden decirse en nombre de la ciencia.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com