Sr. Director:
Al margen de la batalla interna del PP, de la que saldrán manchados todos los implicados y debilitado el partido, llama la atención la inconsciencia que revela el deficiente modo en como lo han gestionado, al exponer unos presuntos trapos sucios en plaza pública y a la vista de todos.
Algo tan esencialmente diferente a lo que suele hacer la izquierda y el partido con mayor grado de corrupciones, el PSOE, que no solo lava sus frecuentes suciedades en casa y a oscuras, sino que además es un maestro en hacer de la necesidad virtud, vendiéndonos que lo suyo no es mierda sino nuevas y avanzadas tonalidades de coloración progresista, solo perceptibles a ojos inteligentes.
¿Nos imaginamos dónde estaría ahora el PSOE si cada vez que descubrieran entre los suyos, no una presunta corrupción, sino probadísimos y flagrantes casos de hediondas pestilencias, los hubieran sacado a la palestra acusándose entre ellos? Y sin embargo ahí están: sin abandonar prácticamente a ninguno de sus corruptos, recolocados todos, sacando pecho, machacándonos diariamente con la ejemplaridad de su «honradez más que centenaria» y escandalizándose del PP.
Una farisaica superioridad moral que es consecuencia de que el propio PP haya rehuido durante lustros hacerles frente en la denominada batalla cultural.