Sr. Director: 

El pasado 16 de agosto, en la ciudad francesa de Cherburgo, un individuo de 18 años que no come jamón y responde al nombre de Oumar, un tipo con ficha policial abierta por anteriores obras de beneficencia, asalta la casa de una mujer blanca de 29 años, la viola, la tortura y acaba empalándola con una escoba. Con el empalamiento le perfora la vagina, el colon, el intestino delgado, el peritoneo y el diafragma. Además, le produce un colapso pulmonar y la fractura de dos costillas.

La mujer, más muerta que viva, logra llamar a urgencias y es trasladada al quirófano de un hospital de Cherburgo. Allí le salvan la vida, aunque todavía sigue gravísima en la UCI. Varios cirujanos, enfermeras y auxiliares que la han intervenido quirúrgicamente están recibiendo tratamiento psicológico, ya que en su vida profesional jamás se han tropezado con algo semejante. Algo que volvería loco al más cuerdo.

Hasta aquí, una noticia que apenas ha tenido repercusión en los medios periodísticos ni ha provocado movilizaciones de protesta en Francia.

Dos semanas antes, un policía francés de raza blanca había disparado a un joven de 18 años (un joven que tampoco comía jamón y que también tenía antecedentes policiales) causándole la muerte. Entonces, media Francia, jaleada por el equivalente francés de Podemos, por ese tal Mélenchon que ahora es íntimo de Yolanda y de Sumar, se lanzó a la calle atacando a alcaldes y a cargos electos de Francia, quemando ayuntamientos y comisarías, destrozando el mobiliario público y cortando carreteras, en una orgía destructiva que ya se está haciendo habitual en Francia. Mélenchon, ese estadista francés primo-hermano de Podemos, en un alarde patriótico que ya ha pasado a la Historia, mientras su Francia ardía y el Gobierno legítimo de Macron se planteaba sacar al ejército a la calle, llegó a decir lo siguiente: <<poco nos pasa para lo que nos merecemos>>.

Hasta aquí, la otra noticia de Francia, la que todos conocemos. 

Y ahora me voy a referir al besito de Rubiales: un escándalo tipificado como agresión sexual que ha movilizado a media España y que ha hecho intervenir en el debate a un alto cargo de la ONU. Sí, sí. De la ONU. Por no mencionar a la FIFA, a la FAFE, a la FEFA, a FOFÓ, a MILIKI y a FOFITO.

¿Qué hace que una mujer violada y después empalada por un hombre, una chica que ahora se debate entre la vida y la muerte, tenga muchísima menos importancia nacional e internacional que el besito de Rubiales? Para mí, las causas son dos:

1-En primer lugar, los europeos tenemos una empanada mental de tal calibre que ya no distinguimos lo grave de lo menos grave; la emergencia, de la urgencia; lo severo, de las tonterías de Telecinco, por el culo te la hinco. ¿Cree el lector que es de recibo que al hijo de un actor que ha asesinado y descuartizado a su novio en Tailandia lo tratemos con más respeto y benevolencia que al calvo besucón que le ha robado un piquito a una jugadora de fútbol? ¿Es normal que mis lectores no conozcan el caso del empalamiento francés, pero que incluso la ONU haya opinado sobre el besito de Rubiales?

2-En segundo lugar, Occidente está a punto de morir de éxito. Y de eso se están encargando, con muchísimo interés, un ejército de gilipollas suicidas capitaneado por la antigua izquierda europea: ésa que antes se ocupaba de los derechos de los trabajadores y que ahora ha volcado sus esfuerzos en que usemos vibradores vaginales en lugar de los tradicionales coitos, en que aceptemos los burkas como algo progresista, y en que digamos “todos, todas y todes” para mentar a alguien.
 
¿Cree el lector que si el empalamiento de Cherburgo se lo hubiese hecho un hombre blanco a una mujer llamada Jalifa habría tenido la misma repercusión social, mediática y política que la que he tenido el empalamiento de esta chica blanca de 29 años? Seguro que no. Las calles de Francia estarían ardiendo todavía, y las Belarras, las Irenes, las Werstrynge, las Pam, los Echeniques, los Iglesias, las Yolandas, los Monederos y los Melenchones estarían atizando el fuego hasta poner al Estado francés en el brete de sacar al ejército a la calle, como ya intentaron hace un mes con el asesinato de un chaval por un policía. 

Porque de eso va el programa de esta tropa mencionada: de hacer saltar los mimbres de un Estado en que no creen, de una Constitución que aborrecen, de una Europa con valores que les son ajenos, y de una democracia que les viene estrecha para imponer su dictadura. 

De eso va esta cuadrilla. Con esas cartas tenemos que jugar, y con esos mimbres construir Europa.