Sr. Director:
La ideología marxista se implantó en Rusia con la revolución que tuvo lugar en el año 1917 contra el régimen monárquico absolutista de los Zares, al que sustituyó un nuevo régimen político de Partido único bajo el mando de Vladimir Lenin, que se llamó República Socialista Federativa Soviética de Rusia, que se extendió después por la fuerza, como un Imperio, por la mayoría de los países europeos hasta disgregarse finalmente en 1989 con la caída del Muro de Berlín.
Esta ideología radical de izquierdas, llamada también comunista, porque determinaba el tener todos los bienes en común de los ciudadanos bajo el mandato del Estado, se basaba en la lucha de clases y en la hegemonía absoluta del proletariado, es decir, de las clases trabajadoras manuales preferentemente, contra la burguesía de las clases medias y las clases altas ricas del capitalismo. Los medios que empleaba eran la lucha de clases, la mentira, el engaño, la violencia y la eliminación física de los disidentes u opositores. Profundamente atea, se distinguió por atacar a la Iglesia Ortodoxa, matar a muchos sacerdotes, derribar las iglesias e imponer el ateísmo a todos los ciudadanos.
Pero esta ideología fracasó en 1989 porque nunca pudo ni supo alcanzar el llamado “Paraíso Comunista” que prometía y que supondría el bienestar completo de todos los habitantes bajo su mando, al menos en lo que se refiere al poder absoluto de sus dirigentes y al dominio político que ejercía sobre los países europeos del este como Polonia, Checoslovaquia, Rumanía, Yugoslavia, etc. Duró entonces unos 72 años.
Ahora bien, no feneció del todo y todavía impregna las mentes de muchos que se dicen comunistas los cuales siguen aspirando a gobernar a los pueblos bajo esa ideología, con lo que tiene ya de anacrónica, basados en su ateísmo y odio a la religión.
Esa especie de renacimiento marxista se ha plasmado en lo que actualmente se llama “Ideología de género”, que defiende en lugar de la lucha de clases, la lucha de sexos entre los hombres y las mujeres, el odio contra le religión, la destrucción de la familia y lo que es peor, la destrucción del ser humano, con el pretexto de evitar las discriminaciones contra los homosexuales, lesbianas y transexuales.
No obstante, lo más terrible de esta ideología es que ha conseguido por medio de amenazas e intimidaciones implantarse poco a poco en las leyes de los países europeos y occidentales a través de acaparar la mente de los directivos de la ONU, la UNESCO y de la UE y otros Organismos Internacionales, eliminando el derecho a la libertad de pensamiento y de expresión y anulando así todo signo de democracia.
Además, dispone de grandes cantidades de dinero, provenientes de los impuestos y subvenciones políticas, del negocio del aborto, y de propietarios de grandes fortunas que están empeñados en evitar a toda costa el aumento de población en el mundo, lo cual les parece sumamente peligroso para el bienestar de la humanidad.
Esta ideología de género, no tiene futuro, permanecerá poco tiempo, mucho menos que el marxismo revolucionario, tres o cuatro décadas a lo sumo, porque se levantarán contra ella todas las personas damnificadas por sus principios, de cambio de sexo con “hormonación y reasignación de nuevo sexo”, de promiscuidad, de pedofilia, de incesto, etc. incluidos los niños a los que se trata de que cambien de sexo cuando quieran y se les desconcierta y traumatiza sus mentes alentándoles a que practiquen todo tipo de aberraciones sexuales.
También los padres sufrirán cada vez más la anulación de su patria potestad sobre los hijos que pasarán a depender de un modo u otro del Estado Totalitario y de lo que quieran hacer con ellos los ideólogos del género, hasta que a éstos todo les estalle entre las manos y sean perseguidos hasta que desaparezcan del mapa de las relaciones humanas alteradas y confundidas por estos nuevos comunistas de cuño imperialista y totalitario.