Sr. Director:
La nueva ley educativa y el desarrollo de los planes de estudio aprobados por el Gobierno hacen frecuente referencia a las emociones. Se habla, por ejemplo, del desarrollo de la empatía, una palabra muy de moda. Es cierto que, si algo no suscita algún tipo de sentimiento como la atracción, la curiosidad, el rechazo o la pasión, es difícil aprender y conocer. No hay por qué despreciar la educación en inteligencia emocional.
La emotividad es necesaria para aprender y hay que educarla. Otra cosa es el emotivismo que absolutiza los sentimientos sin dirigirlos a un contenido objetivo. Las emociones no saben controlarse a sí mismas, hace falta algo que esté fuera para regirlas.