Al mismo tiempo, Zapatero se siente hoy en la misma situación que Rajoy el 11 de marzo. Retiró las tropas de Iraq y ahora resulta que Naciones Unidas convierte una invasión de un grupo de países, capitaneados por Estados Unidos, en una operación para instaurar la democracia en Iraq. Si el Gobierno Aznar, confundiendo sus deseos con la realidad, vio a ETA detrás del atentado del 11-M, ahora Zapatero insiste (lo ha repetido en la mañana del jueves 10) en que él ha hecho lo mejor, al retirar las tropas españolas de forma precipitada.

 

El pitorreo internacional con España es grande, dado que Naciones Unidas pretende ahora que en una futura fuerza internacional de interposición participe el Ejército español, que, de esta forma, haría un viaje de ida y vuelta. Zapatero ha salido al quite para explicar que mientras Estados Unidos coordine la operación en Iraq, España no participará en ella. Ahora bien, salvo el calendario de reformas que se ha impuesto Naciones Unidas, ni tan siquiera hay tiempo para improvisar una fuerza multinacional tan poderosa como la que puede asegurar la paz en Bagdad.

 

Por otra parte, Zapatero también vive otro 11-M: ¿Quién asesinó a los dos guardias civiles de Castejón? ¿ETA o alguna mafia policial? Según el PSOE, la política del diálogo y el nuevo talante de Zapatero pueden traer la paz a Euskadi, por lo que los medios públicos, la igual que hicieron los populares en la mañana del 11-M, se han apresurado a asegurar que, probablemente, se trate de mafias organizadas, no de un comando etarra.