Es importante defender la vida de los tripulantes del Alakrana. Me parece formidable todo el aparato mediático que se ha puesto en marcha debido a la preocupación de sus familiares.
Pero me duele el silencio de esos mismos medios de comunicación ante la muerte diaria de más de "doscientos" niños en España gracias a una operación que se llama aborto, y que varios médicos están realizando con la mayor tranquilidad. Algo a lo que los cristianos llamamos crimen, por muy legal que sea según la legislación vigente y que se quiere aumentar el número de víctimas según el proyecto de ley que está en Las Cortes.
Estoy de acuerdo con don Jorge Pujol cuando dice que: "No se puede hacer una ley del aborto de forma grosera y con la prepotencia y la actitud extraña y humanamente poco positiva con que lo está haciendo el Gobierno español". «Este Gobierno a veces quiere jugar esta carta para ganar puntos ante determinados sectores. Es decir, utiliza esto, tan importante: la vida, el derecho a la vida, los problemas que plantea a las madres... todo eso es muy importante y no se puede jugar de manera demagógica».
Es doloroso saber que como cada 25 segundos muere un niño en Europa porque una mujer "interrumpe su embarazo".
Por eso yo veo justificadas las palabras de Monseñor Martínez Camino (que serán muy criticadas) cuando dice que: «Ningún católico puede aprobar ni dar su voto» a leyes que atentan contra la vida. Y añade: «Quien está en situación de pecado público no puede ser admitido a la Sagrada Comunión. ¿Está excomulgado? No, no por eso sólo. La excomunión es para los cooperadores directos y necesarios de un aborto efectivamente realizado». Y cuando le preguntan por las mujeres que abortan dice claramente: En la inmensa mayoría de los casos la mujer es también una víctima. Pero, ¿y los que se lucran con el aborto? ¿Y los que obligan a las mujeres, con violencia?». Agradeció a los profesionales de la salud que ejercen la objeción de conciencia, por «su coraje cívico y moral».
Defendamos la vida de los pescadores del Alakrana, pero también la de los no nacidos, también la de los inmigrantes que llegan cada día en pateras, también de los que padecen una guerra injusta en Afganistán, de los que mueren de hambre en la India.
José Manuel Rodríguez de Robles Aguado