Ganley pretende crear una iniciativa paneuropea para las próximas elecciones al Parlamento Europeo. Quiere que Libertas presente lista en las 27 circunscripciones electorales, en todo el continente. Y está dispuesto a invertir dinero en el intento. Quiere superar el déficit democrático de la UE y apunta hacia una Europa que no renuncie a su cultura, a sus orígenes. Y claro, el problema es que la cultura europea no es otra cosa que Cristianismo, hasta el punto de que fue la Europa medieval, el Sacro Imperio, el pan Estado carolingio, la primera UE que aparece en el devenir continental. Y mucho más unida que la actual, aunque los medios de transporte fueran mas lentos.
Además, Ganley es católico, y los católicos del siglo XXI contamos con la gran ventaja de que Benedicto XVI ha pergeñado aquello a lo que un católico no puede renunciar: vida, familia, libertad de enseñanza, bien común y libertad religiosa. Los calores que él mismo bautizó como no negociables.
Por tanto, no es extraño el entusiasmo suscitado por Libertas -hermoso nombre, como creo haber dicho antes- entre un electorado católico, harto de las bofetadas que le arrea el Partido Popular, al grito de me puedo permitir el lujo de escupiros porque, igualmente, vais a tener que votarme a mí.
Hasta ahí todo bien. Pero al parecer, el bueno de Ganley ha entrado en España por la puerta equivocada. Como se sabe, en el mundo existen tres tipos de católicos: católicos consecuentes, católicos tibios y católicos españoles, variedad esta última más bien inclasificable pero fácilmente distinguible por una peculiaridad interesante: en cuanto se reúnen dos miembros del club estalla una pelea, si tres, una batalla.
Pues bien, el experimento Ganley corre el riesgo de ser abducido en España por un editor listillo, acompañado de ciertos católicos tibios. Es ese editor, quien tiene previsto cerrar el trato con Ganley en una cena prevista para la noche del viernes 13 -jornada de virus informáticos, no lo olvidemos-, quien ha convencido al irlandés de que el cabeza de lista idóneo por España en la opción Libertas es el diputado pepero Santiago Abascal, el hombre de Defensa de la Nación Española (DENAES). Abascal tiene por padrino político, amigo del editor, a Alejo Vidal-Quadras (Fundación Concordia), que no deja de ser el mismo eurodiputado que recientemente votó a favor de la salud genésica en el Documento de Derechos Humanos de Estrasburgo. Salud genésica, como todo el mundo sabe, excepto, al parecer, Alejo, es el último grito en neologismos del feminismo para aludir a la salud reproductiva, esto es, al aborto. Sí, Vidal-Quadras votó a favor de aborto, aunque él insiste en que lo hizo a favor de la salud femenina, que es cosa muy recomendable.
Por pura casualidad, ya antes de cerrarse el trato, Santiago Abascal se ha convertido en estrella de uno de los medios del susodicho, aunque no mencionado, grupo editorial y, por pura casualidad, dentro del jaleo del PP, el grupo editorial -no mencionado- tiene como referencia política a Esperanza Aguirre, empeñada en refundar el PP con ella de secretaria general y Rodrigo Rato de presidente. Vamos, que si lo de Ganley sale bien habremos fastidiado a Mariano Rajoy y, si saliera mal, habremos quitado unos votos al enemigo, a Rajoy y Gallardón, y volveremos a lo nuestro, al voto amodorrado y al voto cautivo, temeroso, de esos millares de católicos convencidos -nunca entenderé el porqué- de que si echamos a Zapatero de La Moncloa España se recristianizará.
Mire usted señor Ganley, no se confunda. Nadie da lo que no tiene. Lo que a usted le están vendiendo en España como europeísmo cristiano no es otra cosa que la derecha pagana, incapaz de defender los principios no negociables por la sencilla razón de que nadie da lo que no tiene. El dinero huele, no siempre bien, y por eso atrae a los amantes del dinero fácil, el poder fácil y la gloria fácil. Pero ninguna de esas facilidades ha sido aludida por Benedicto XVI.
Hágame caso, Declan. Busque en otros parajes de la piel de toro quien haga realidad el grito de Juan Pablo II: Europa sé tú misma. Es decir, Europa, recupera tus raíces cristianas. Lo del déficit democrático vendrá por añadidura. Es más, no puede venir de otro sitio. Pero cuando fallan los cimientos de nada sirve adornar el tejado.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com