Algunos se preguntan en Madrid por qué razón, tras el pacto de la TV digital, (lo que Juan Luis Cebrián llamó la paz digital), el grupo Vocento ha anunciado un recurso contra la concesión de un nuevo canal analógico, el que el Gobierno Zapatero quiere entregarle al Grupo Zeta, próximo al Ejecutivo.
Pues muy sencillo : las familias Ybarra y Bergareche se quedaban fuera del reparto de los canales de TV a cambio de la promesa de Zapatero de presionar a Silvio Berlusconi y lograr que Vocento, el primer grupo de prensa regional de España, recuperara su papel en Tele 5. Como es sabido, el pacto entre Mediaset y Vocento era que éstos se encargaban de los informativos y Mediaset de todo lo demás. Pero Vocento redujo su participación porque la ley (del Partido Popular) le obligó a elegir entre la TV local y la de alcance nacional. En la misma posición están Jesús Polanco (Canal y Localia), pero Polanco considera que una ley no es una norma de obligado cumplimiento, sino una amable sugerencia, por lo que no vendió.
Por eso, cuando el pasado 29 de junio Zapatero prometió en La Moncloa a los grandes editores que no perderían su poder televisivo si se portaban bien, quedaba claro que Vocento recuperaría su papel en Tele 5.
El problema es que no ha ocurrido así. Berlusconi, al que la orientación ideológica de Tele 5 no le importa un colín, sigue mandando, y los hombres de Juan Pedro Valentín, el director de informativos, han convertido a la cadena líder en el canal más progubernamental de todos. Por eso, Vocento ataca en los tribunales. Y, lo que es más peligroso : forma parte del club de los resentidos, de los que se han quedado sin televisión por hacer caso de las promesas de Zapatero, un club que ya cuenta al menos con dos miembros: Recoletos y El Mundo.
El secretario de Estado de Comunicación, el saliente Miguel Barroso, manifestaba que había que hacerle un hueco a Vocento y otro a La Vanguardia, razón por la cual se le ofreció al Conde de Godó participar en el papel. Sin embargo, las negociaciones entre el editor de El Periódico y el de La Vanguardia no van por buen camino. No sólo eso, Antonio Asensio también ha discutido con Jaume Rauras, de la productora socialista Mediapro, y no quieren ni oír hablar de Globomedia, la productora socialista que lidera José Miguel Contreras, asesor de Zapatero y amigo íntimo del Barroso dimitido.
No es que con esto se resquebraje el oligopolio de prensa que pretendía Zapatero, pero al menos la casa, hasta el momento impoluta, comienza a tener goteras.