Los Presupuestos del Estado son como la danza de los siete velos. Los secretos se van descubriendo poco a poco, desde que el ministro de Hacienda presenta las líneas maestras y el pre-guión cuadro macro económico, hasta que, finalmente, sea aprobado por las Cámaras.

Así, por ejemplo, el vicepresidente económico Pedro Solbes presumía que se había vuelto a la deflactación de tarifas. La verdad es que ha sido una deflactación parcial (por ejemplo, no afecta a los mínimos familiares). Pero es que, además, esa deflactación se contrapesa con la subida de los famosos impuestos especiales. Si bien es cierto que Rodrigo Rato no deflactaba la tarifa, también lo es que no actualizaba los gravámenes sobre el alcohol y el tabaco.

Pero lo más llamativo de todo, llamativo incluso para las petroleras, ha sido que la subida de los impuestos especiales se centre en el alcohol o el tabaco y se deje a un lado los hidrocarburos. Con un petróleo disparado, lo lógico sería gravar el consumo de carburantes, además de que su efecto psicológico sobre las cuentas de particulares y empresas sería menor. Sin embargo, los impuestos especiales sobre hidrocarburos no se tocan, justo ahora cuando lo que no hay que incentivar es el consumo.

Mientras tanto, en la mañana del lunes 27, el precio del petróleo Brent marcaba un nuevo récord en el mercado de Londres al rozar los 46 dólares el barril. Sin comentarios.