La mezcolanza entre política y economía es muy propia del Mare Nostrum. Por eso, la intrahistoria de la operación Telefónica-Telecom Italia tiene algo de ópera bufa. Por que el caso es que la inicia el magnate italiano Marco Tronchetti inicia el acercamiento a Telefónica para librarse del aliento, que él considera bastante fétido, del premier italiano, Romano Prodi, su enemigo declarado. Sin embargo, éste reacciona con presteza, se pone en comunicación con Zapatero y le promete que no habrá otro caso Abertis, es decir que el gobierno italiano no pondrá palos en las ruedas de Telefónica si la operadora española colabora en su plan: entrar en Italia pero colaborar en la definitiva caída de Tronchetti.
Y en esas estamos. De lo que estamos hablando ahora es de que Telefónica adquiriría un 40% de Olimpia, lo cual supone, aproximadamente, quedarse con el 7,5% de Telecom Italia.
Hasta ahí, y si se le promete que no le harán la vida imposible, César Alierta está dispuesto a dar el paso, pero hay una sombra allá al fondo que le preocupa: la sombra del director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, que, como todo el mundo sabe es muy alargada. Hablamos del grupo Rizzoli-Corriere della Sera (RCS), propietario de El Mundo y propiedad de todo el poder económico italiano, como quien dice, en su totalidad manifiesta: Mediobanca, Fiat, Generali… y Pirelli, de Marco Tronchetti. RCS acaba de comprar Recoletos y quiere comprar la COPE. Eso no le gusta ni a Zapatero ni a Alierta. Contra este último Pedro J. Ramírez ha lanzado toda una cruzada con su técnica habitual de construir un sumario judicial, que va rebotando de juzgado en juzgado y que no deja de proporcionar muchas portadas