• El presidente mexicano busca inversores en exploración y producción, pero se cubre de las críticas internas y sindicales; pertenece al PRI.
  • Descartada la privatización, abre paso a la liberación.
  • La reforma energética pretende que la petrolera estatal sea más productiva con la competencia del sector privado.
  • Asegura que "el sector energético va a tener una gran demanda de técnicos, ingenieros y especialistas"
  • Y aclara que la salida de Pemex de Repsol no afectará a otros campos, como los contratos con los astilleros gallegos de Navantia.

Enrique Peña Nieto (en la imagen) está aprovechando su visita a España, la primera de un presidente mexicano en tres años, para 'vender' las posibilidades económicas de su país, con grandes lazos comerciales y corporativos con el nuestro. Planea todavía la salida de la petrolera Pemex del accionariado de Repsol y ha sido esa operación la que le ha llevado a poner blanco sobre negro, en los desayunos de TVE, la esencia de la reforma que planea para el sector de hidrocarburos en México.

En primer lugar ha dejado claro que Pemex sigue y seguirá siendo una empresa pública, lo que no es óbice para que compita con otras compañías. En otras palabras, habrá una liberalización del sector, pero no una privatización. La aspiración de Peña es que Pemex se convierta "ahora en una empresa productiva del Estado mexicano que tendrá que ser competitiva". Esa es una de las claves de su reforma energética: se mantiene la propiedad de los hidrocarburos en el subsuelo en favor del Estado mexicano -como sucede en todos los países-, y, paralelamente, "se abren alternativas para que en exploración y producción participe el sector privado". Es decir, se abre la competencia para esas actividades.

Peña Nieto es consciente, por un lado, de que la competencia será un reto para Pemex, lo que redundará en beneficio de la propia compañía y de la población ("que tendrá acceso -ha dicho- a insumos energéticos que compitan en precio y en calidad") y no olvida, por otro, la fuerte presión de los sindicatos mexicanos, que rechazan de plano la privatización y no ven tampoco con buenos ojos la liberalización. Esos sindicatos están vinculados al PRI, el mismo partido, con Peña Nieto al frente, que ganó las últimas presidenciales en México.

El presidente mexicano es consciente también del melón que abre su reforma energética: "Estoy seguro de que el sector energético va a tener una gran demanda de técnicos, ingenieros y especialistas. Con este desarrollo a partir de este marco legal será un sector que tenga una gran demanda".

Por supuesto ha respondido con elegancia sobre la salida de Pemex del capital del Repsol. No afectará, por ejemplo, a los nuevos contratos que tiene la petrolera mexicana con los astilleros gallegos de Navantia.

Miriam Prat

miriam@hispanidad.com