Porque no es lo mismo tomar una iniciativa legal propia que apoyar una iniciativa ajena.
Eso es lo que ha ocurrido con la objeción de conciencia en caso de aborto: el independentista Bloque Nacionalista Gallego (BNG), socio de Gobierno en Galicia del PSOE, ha presentado una proposición de ley de aborto libre en el Congreso de los Diputados. De hecho, el aborto libre ya existe en España, con el coladero del peligro para la salud psíquica de la mujer, por el que se introducen un 97% de los casos. Precisamente, tal es la razón por la que ZP no ha querido, en cuatro años, meterse en el huerto del aborto libe, que podría despertar alguna conciencia y en la práctica no supondría un mayor exterminio de inocentes.
Sin embargo, en Moncloa sí que tienta otro objetivo que no atenta contra el derecho a la vida sino contra el derecho a la libertad de conciencia: se trata de cargarse el derecho a la objeción que, habrá que insistir, no es un derecho, sino todos los derechos en su punto de prueba. Sin libertad de conciencia, las libertades públicas no pasan de legalismo y burocracia. Sin objeción, el hombre no es sino un esclavo del Estado, es decir, del Gobierno de turno.
En definitiva, en Moncloa quieren obligar a los médicos a matar al no nacido, obligar a los funcionarios y a los cargos electos a casar gays, y hasta a los restauradores a renunciar a su derecho de admisión y celebrar bodas sodomitas, o a los profesores a enseñarles a sus alumnos perversidades. Se pretende destruir vidas y familias pero también conciencias. El paso siempre es el mismo. Se empieza pidiendo aborto libre y se acaba exigiendo aborto obligatorio (y gratuito, claro). Es decir, pagado con el dinero de los demás, también de los defensores de la vida.
Si se suprime la objeción de conciencia, sencillamente se está en la peor de las dictaduras, aquella donde puede ser sancionado, o encarcelado, por ser coherente con tus principios.
ZP es un resentido con alma de tirano. Su principal objetivo social, es decir, progresista, para la presente legislatura es cargarse el derecho a la objeción de conciencia. Está claro dónde hay que resistir.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com