Reunión a puerta cerrada en el Congreso de los Diputados. Sus señorías, los representantes de la soberanía nacional (de la nación española, de momento), negocian a puerta cerrada el Estatut. La reunión del pasado jueves se cerró sin acuerdo en financiación y nación, los asuntos clave, la espina dorsal del Estatut.
El ambiente, presumiblemente tenso. La negociación se hace contrarreloj y en silencio. Ni una palabra a los cerca de 80 periodistas que de manera intermitente sigue informativamente las negociaciones. Los políticos tan sólo se dejan ver para ir al baño. Y por supuesto, todos mantienen un discreto silencio. Pero, ¡oh sorpresa! de repente Rubalcaba y Puigcercós decidieron salir a miccionar juntos. Como las mujeres. Puede que necesitaran compañía. Pero también puede que quisieran negociar sus cositas sin la mirada del resto de los negociadores.
El caso es que la anécdota dejó bastante moscas a los informadores apostados en las puertas de la sala de negociaciones. ¿De qué hablarían el portavoz socialista y el republicano en los dominios del Sr. Roca? Una incógnita. Y una anécdota, pero tremendamente explicativa del devenir de las negociaciones.