El presidente de Caixa Catalunya, Narcís Serra, ha salido al paso de los deseos de la Generalitat -que no de la Diputación de Barcelona, entidad fundadora- para forzar una fusión entre Caixa Catalunya y La Caixa, lo que, visto el tamaño de ambas entidades, nos llevaría más bien a una absorción de la primera por la segunda. Serra lo dejó claro -y todavía tiene alguna fuerza en el PSC, eje del Tripartito-: Pasará la crisis y Caixa Catalunya saldrá fortalecida, ella sola.
Además, como ya hemos informado, La Caixa exigía un saneamiento de Caixa Catalunya. Pues bien, Serra prefirió cambiar al equipo ejecutivo y traer a la Dirección General a Adolf Todó, el hombre que situó a la Caja de Manresa como La Caixa con menor mora.
Le espera una tarea más dura en Caixa Catalunya, que ha cerrado el año (Todó se incorporó en marzo) con la mora más grande entre las grandes cajas: un 5,3%, más que Caja Madrid y Bancaja, que han dado un buen susto en 2008. De ahí que Todó se haya apresurado a reducir el beneficio, vender lo vendible, olvidarse de los grandes créditos, compartir negocio... todo para dedicar nada menos que 881 millones a provisiones. Una cifra que significa esto. En Caixa Catalunya están convencidos de que la pavorosa crisis de 2008 es agua de borrajas comparada con la que se nos viene encima en 2009.
El propio Serra aseguró que estamos ante la crisis de dimensión global más importante de la historia.
Los resultados de 2008 son los propios de una entidad en reconversión acelerada: Todó pretende que La Caixa pública más importante de España, cuarta o quina en el ranking, según se mire, se olvide de grandes operaciones, sobre todo inmobiliarias, a destacar PROCAM, y se dedique a la banca de siempre, a los pequeños clientes. No quiere más grandes clientes, sino muchos de poco, y recuerda que los pobres son muy buenos pagadores. Y es cierto, cuando el pobre no paga es porque no puede.