El diálogo con ETA está ocultando el pequeño terremoto por el que atraviesa la monarquía española. A día de hoy, en los ambientes monárquicos la tendencia mayoritaria es, como no lo había sido nunca, fuertemente antifelipista. Hasta el punto de que la corriente mayoritaria apuesta por adelantar el cambio en la prelación dinástica y que sea SAR la Infanta Elena, la primogénita de Su Majestad, quien acceda a trono. La corriente antifelipista nació con el compromiso del heredero al trono con Doña Letizia Ortiz Rocasolano y desde entonces no ha hecho más que crecer. Cinco años atrás esta peligrosa tendencia hubiese sido cortada de raíz por Zarzuela pero en estos momentos Doña Sofía ha pasado a un permanente segundo plano y SM. el Rey Juan Carlos no plantea otras batallas que las estrictamente imprescindibles.
En paralelo, y a pesar de sus declaraciones a comienzos de legislatura, el Gobierno Zapatero ha retrasado de forma indefinida la modificación del texto constitucional para que la infanta Doña Leonor sea la heredera legal al trono.
Precisamente cuando nació su primera hija, SAR Felipe de Borbón hizo unas declaraciones que no dejan de repetirse en círculos monárquicos: afirmó que el cambio normativo no corría prisa dado que se refería a la segunda generación de herederos. En efecto, con la actual Constitución el heredero al trono es él, por su condición de varón, y no la primogénita de los Reyes de España. Dicho de otro modo, esas palabras se entienden entre los monárquicos como un deseo de paralizar el cambio normativo, acceder al trono con la actual legislación, realizar el cambio con Felipe VI como jefe del Estadoy cerrar definitivamente el paso a la Duquesa de Lugo.