José Bono asegura que es un regreso a la Inquisición a estas alturas de siglo.
El propio obispo-secretario de la Conferencia Episcopal Española, monseñor Juan Antonio Martínez Camino, duda de que se entienda, pero la distinción parece clara: el político que vota el aborto lo legaliza y promueve, por tanto, no hace falta excomulgarlo, él mismo está en situación de pecado público, se ha, por decirlo con expresión poco teológica pero muy inteligible, autoexcomulgado. Por tanto, hay que negarle la comunión.
Eso sí, la teoría hubiera quedado más completa si algún periodista de los presentes le hubiera cuestionado a Camino si también estaban en situación de pecado público aquellos políticos, como Mariano Rajoy o Alberto Ruiz Gallardón, que han apoyado la ley en vigor, también abortista.
De inmediato, el prestigioso teólogo José Bono, en sus ratos libres presidente del congreso de los Diputados, le tildó de inquisidor. Con un razonamiento profundo, habitual en él, aseguró que a estas alturas del siglo, es decir, en el noveno año, no se pueden decir esas cosas. De la misma manera, suponemos que no se pueden decir estas cosas los martes por la tarde.En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros del viernes, la vicepresidenta primera del Gobierno iniciaba su respuesta con el clásico respeto, pero no desaprovechaba la ocasión para arremeter contra los obispos. De la Vega señaló que son las instituciones las que aprueban las leyes sin injerencias. La vicepresidenta De la Vega advirtió que el pecado no cabe en el Ordenamiento Jurídico y que se sitúa en el ámbito de las creencias. Una forma de salirse por la tangente, ya que donde sí cabe el pecado es en los diputados, personas que votan sin la posibilidad de dejar fuera del Hemiciclo su conciencia o su moral.