Los soldados se dividirán en tres tipos: los de compromiso corto, o sea, los que pasan por el ejército huyendo del paro; los de larga duración que podrán jubilarse a los 42 años con una paga equivalente al salario mínimo interprofesional compatible con cualquier actividad laboral; y los permanentes, que serán jubilados a los 58 años. No queda claro si los de larga duración podrán acceder a la función pública con doble percepción de rentas. Eso es para juristas finos dicen desde Defensa.
El objetivo es avanzar de los 70.504 soldados actuales a los 86.000 previstos por Defensa. El proyecto de Ley, no obstante, establece una horquilla entre 80.000 y 90.000, muy inferior a la actual situada entre los 102.000 y los 120.000 hombres (y mujeres). Para Bono, el actual modelo ha sido un fracaso porque no ha logrado la leva necesaria y ha colocado a la Armada en una situación trágica de ausencia de personal. Todos los años ingresan y salen 11.000, señala. El objetivo de Bono es incrementar la plantilla en 2.000 soldados por año hasta alcanzar los 86.000 previstos.
Bono señala que se trata de equipararnos a los países de nuestro entorno. En cuanto al coste, informa que con las previsiones del actual ejército (102.000-120.000 hombres), las previsiones de coste serían de 350 millones de euros en el 2025, aunque aclara que con el nuevo modelo, el coste será insignificante. Vamos, que no contesta. Asegura que tampoco ha tenido problemas en la negociación financiera con el Sr. Solbes, lo que sugirió recientemente en un desayuno de trabajo. Advierte a Hispanidad que su próximo proyecto será la ley de suboficiales. Vale. Tomamos nota.