"Una nueva operación de marketing como la de la celebración de la batalla de Trafalgar". De esta manera se manifestaban diversos militares consultados por Hispanidad en relación a los sucesos producidos tras el discurso del teniente general Mena. Veamos. José Mena es visto por muchos castrenses como un pelota que ha crecido al abrigo del poder. De hecho su ascenso a teniente general y mando máximo del Ejército de Tierra obedece al mandato de José Bono.
Desde esta óptica, es bastante factible que Bono utilizase la lealtad de Mena para lanzar un mensaje a la opinión pública: cuidadín, que el ruido de sables está ahí. Claro que para eso debía cepillarse a un hombre de su confianza. Mala suerte. Alternativamente, Mena habría acordado su fusilamiento al amanecer. Cosa bastante improbable a pesar de que le quedasen tres meses hasta la jubilación. Lo que parece seguro es que Mena pactó su discurso con Defensa. "En el Ejército no se mueve nada sin que pase por el ministerio; los cuarteles generales cada día pesan menos, existe un absoluta concentración del poder y del presupuesto" aseguran fuentes castrenses a Hispanidad.
Conclusión. Como el discurso del JEMAD, Félix Sanz sobre la preocupación del Ejército en torno a la unidad nacional no fue escuchado, ahora llega el remake un escalón por debajo. La diferencia es que entonces Bono reconoció que el discurso había sido consensuado y el general Sanz gozó del apoyo y los parabienes del ministro. En este caso en cambio, el teniente general Mena ha recibido la mayor condena de la democracia por leer un artículo de la Constitución. "No seré yo quien censure que los militares lean la Constitucion", señaló Bono con ocasión de las declaraciones del general Sanz. ¿Y ahora? Definitivamente, el ministro es un "bono convertible".