Lo primero, leer la carta enviada por la presidenta de la Asociación para la Defensa del Derecho a la Objeción de conciencia (ANDOC), María Dolores Gómez Armenteros, a los colegios farmacéuticos sobre el caso de una joven madrileña quien, tras ingerir la píldora del día después (PDD) sufrió un ictus cerebral, hecho que la progresía pretende ocultar para que no cunda la alarma, es decir, para que no cunda la verdad.

De igual forma se ocultó el carácter abortivo de la Postinor y la Norlevo (fabricantes: los laboratorios Bayer y Chiesi), así como la imposición a las farmacias de expedir el peligroso fármaco a toda chica de 16 años que lo solicite.

A día de hoy, la PDD se ha convertido en el principal método de aborto químico en España, así como uno de los instrumentos de perversión moral de jóvenes y adolescentes más eficaces con el que cuenta el mercado de la muerte. Es tan simple: no hace falta ni pagar, porque los centros municipales de Sanidad y las ONG tan preocupadas por las personas ya nacidas se las ofrecen gratis a cualquier adolescente chifladas tras una noche loca.

La PDD mata niños y también se carga el derecho a la objeción de conciencia de los farmacéuticos. Y ojo, porque sin objeción de conciencia no hay derecho posible. Es una mera cuestión de coherencia.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com