El Papa repitió en Asís un mensaje, en el que ha insistido varias veces desde que el pasado 1 de enero centró la Jornada Mundial de la Paz en el tema de la libertad religiosa.
El derecho a vivir en público y en privado conforme a las propias convicciones se enfrenta a dos graves peligros: por una parte está el fundamentalismo, que padecen de forma especialmente cruel las minorías cristianas en buena parte del mundo.
Y por otro lado resurge en Occidente un secularismo agresivo, que no sólo niega la plena condición de ciudadanía a los creyentes, sino que socava las bases del respeto a los derechos humanos, al considerar que el bien y el mal son conceptos arbitrarios que puede determinar el poder. Pero en ese Occidente secularizado, el Papa percibe la expansión de un agnosticismo en búsqueda sincera de la verdad. Son personas que "buscan al verdadero Dios", dice Benedicto XVI. Y el hecho de que no lo encuentren debería hacer reflexionar a los creyentes, que a menudo presentan ante el mundo "una imagen reducida o deformada de Dios".
Jesús D Mez Madrid