• El macrocomplejo no tiene ya nada que ver con idea inicial: ha degenerado hacia una colección de casinos, como Eurovegas.
  • La Generalitat firma el acuerdo con La Caixa para gestionar los terrenos durante 18 meses, pero sin poner un euro.
  • El Ejecutivo espera inversores, pero no ha aprobado aún el plan urbanístico, necesario para la continuidad del proyecto.

Contábamos ayer miércoles cómo el proyecto cómo el proyecto de Barcelona World encalla por la parálisis de la Generalitat y por la 'magia' de Bañuelos, pero no se detiene. Esa es la razón de que la Generalitat haya dado un pasito al frente hoy jueves para gestionar los terreros que teóricamente iba a poner en manos de inversores la sociedad Veremonte de Enrique Bañuelos, conocido por la quiebra de la inmobiliaria Astroc.

Representantes de la Generalitat y de La Caixa, propietaria de los terrenos próximos a Port Aventura (Tarragona) donde se instalará el macrocomplejo de ocio y casinos, han rubricado este jueves el acuerdo por el que el Instituto Catalán del Sol (Incasòl) gestione ese suelo -valorado en 110 millones de euros-, aunque, eso sí, la Generalitat no deberá abonar cantidad alguna. En suma, la Generalitat dispone de una opción de compra durante 18 meses, y hasta que los compren los inversores, los mismos que prometía Bañuelos y que no han llegado. ¿Por qué ha sido así Porque esos mismos potenciales inversores exigían algo mínimo: que estuviera aprobado el plan urbanístico, necesario para que el proyecto siga adelante.

Recuerden que Barcelona World es la 'gran alternativa catalana' al frustrado y frustrante Eurovegas de Madrid, aunque por razones muy distintas. En Madrid, finalmente, no prosperó: el magnate americano Sheldon Adelson exigía un regalo fiscal de tal calibre que Rajoy dijo basta. En Cataluña, sigue.

El director del Incasòl, Damià Calvet, ha insistido en que el proyecto es "de interés público" porque Cataluña necesita una oferta turística del tipo de 'resorts' integrados con hoteles, espacios de ocio y casinos para poner a la región en misma órbita de lo que ya existe en Europa, Estados Unidos y Asia. Por cierto, ese proyecto no tiene nada que ver con la idea inicial, un megaproyecto de tipo familiar. Todo ha ido degenerando hacia una colección de casinos al que acompañan sus tentaciones habituales -ludopatía, droga, prostitución y matonismo-, exactamente lo mismo que se proyectaba en el Eurovegas de Adelson.

La sociedad de Bolaños, que cuenta, según el empresario, con inversores asiáticos y Hard Rock, sigue en los preseleccionados para adjudicarse las licencias de casino. Ahí están también Melco y el Grupo Peralada.

Rafael Esparza

rafael@hispanidad.com