Rodeado de la alegría desbordante de más de medio millón de jóvenes venidos de todo el mundo, Benedicto XVI ha realizado su primer viaje apostólico, que providencialmente ha sido a su país natal, Alemania.
Todo recordaba las Jornadas Mundiales de la Juventud con Juan Pablo II. Ratzinger también se ha ganado a la juventud, se le veía alegre, gustoso y rejuvenecido. Los encuentros en la sinagoga judía y el ecuménico con líderes de otras religiones, celebrados en Colonia han sido actos importantes de hermanamiento y fraternidad entre religiones.
El Papa propuso a los jóvenes la fe gozosa y enseñanzas que emana de los Evangelios, "la felicidad que buscáis, la felicidad que tenéis derecho a saborear, tiene un nombre y un rostro, el de Jesús de Nazaret, oculto en la Eucaristía", resaltó el pontífice en una de sus predicaciones.
Éstos Encuentros muestran una Iglesia Católica con un mensaje siempre fresco y vivificador, las palabras de Vida Eterna de Cristo, siempre actuales.
Ana Aguilar Ranea
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